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viernes, 25 de agosto de 2023

Garmendia en su salsa.


 

 

Garmendia en su salsa

—¿Se puede saber a dónde vamos, por qué tanto misterio?

Preguntó Carmona.

Garmendia manejaba sin emitir palabra.

Una vez en la ruta, y mirando de reojo el rostro torvo de su compañero le dijo:

—No quería que alguien escuchara, nos llamaron por un secuestro en un country, la víctima es la hermana de un embajador.

—Por qué el misterio, de un momento a otro se va a saber…

—Quieren evitar  que los diarios  hagan de un drama, un festival; la mujer estaba en pareja con un conocido actor, Lucas Sardes, y tiene, según me dijeron todos los detalles para que la prensa amarilla, haga un circo.

Carmona quedó pensando y guardó silencio, esa mañana se había levantado con un fuerte dolor de cabeza que ningún calmante lograba aliviar.

La Ruta Panamericana era un río de coches, en el km 50 se desviaron a la derecha y en pocos minutos los estaban controlando a ellos y al coche, al fin entraron al country.

Los estaban esperando, el hermano de la mujer secuestrada, su pareja un actor de telenovelas famoso allá por la década del noventa y una señora mayor que dijo ser la tía Sara.

Según informó la tía, que vivía en la casa, ella llegó por la noche y encontró la puerta sin llave, eso le llamo la atención, luego en la cocina un gran desorden, sillas caídas, mesa corrida de su lugar y  un papel pegado con cinta scoch en la pared que decía:

“Nos llevamos a Trini, preparen rescate, nos  comunicaremos”.

—Esperamos toda la noche y hasta ahora no han llamado…—dijo Raimondi, el embajador, hablaba compungido, se notaba su aflicción.

La pareja de Trini, Lucas Sardes, no hablaba, daba vueltas y miraba de costado a Raimondi, casi con desconfianza. La tía tenía los ojos enrojecidos, preguntó si podía levantar las sillas.

—No señora —dijo Garmendia—ya van a venir a levantar huellas, si las hay...

Se retiraron todos a un salón con sillones y un gran ventanal donde el sol de la media mañana entraba a sus anchas. Garmendia se sentó frente a Santiago Raimondi, el embajador y preguntó:

—¿Hay algún motivo para el secuestro, tal vez  una venganza contra usted?

Raimondi se frotaba las manos y dijo en voz baja:

—He recibido desde un banco de Europa,  una transferencia de dinero muy importante a mi nombre y no sé cómo se enteraron, no lo dije a nadie.

—¿A nadie, está seguro?

—Solo a mi esposa…

En eso sonó el celular de Raimondi. Eran los secuestradores.

En pocas palabras le pidieron el dinero depositado a su nombre en el banco Del Norte.

—¡Saben de ese dinero! —exclamó Raimondi.

—¡Hay que pagar, la vida de Trini corre peligro! —él que habló con voz exaltada era Lucas —¿Cuánto tiempo te dieron?— le preguntó a Raimondi.

—Hoy mismo debo hacer una transferencia a un banco del Uruguay.

Garmendia los observaba uno por uno.

La tía parecía sincera en su dolor, el embajador se notaba nervioso, casi exaltado y el actor, pareja de Trini no lo conformaba al detective.

Carmona y Garmendia visitaron a la esposa de Raimondi, era la única que sabía de la entrada de esa plata en el Banco Del Norte.

Era una bella mujer, fina y muy distinguida, Carmona dedujo que pagar la ropa que llevaba puesta necesitaría dos meses de su sueldo.

La elegante dama, juró por todos los santos que no había compartido con nadie la transferencia de tan importante cantidad de dinero a nombre de su esposo. Investigaron a la encantadora señora y  se encontraron con la sorpresa de que  era de origen muy humilde y que había conocido a su esposo en un teatro del under donde trabajaba como actriz.

Lucas el actor, se dedicaba a dar clases de teatro en varios clubes de barrio donde era muy apreciado por sus alumnos, económicamente, sus entradas de dinero le permitían una vida apenas cómoda. Extraña pareja pensó Carmona, ella una niña rica y él un actor venido a menos…

La doliente tía Sara,  junto a el embajador Raimondi eran los únicos que vivían holgadamente y se daban lujos de alta sociedad.

Trini Suarez medio hermana del embajador Raimondi, era hija del segundo  matrimonio de la madre, de ahí los diferentes apellidos.

No lograron rastrear la llamada, al fin el embajador decidió depositar el dinero tal como pidieron los secuestradores.

Se hizo la transferencia. Nadie retiró el dinero. La joven Trini fue liberada. Extrañamente nadie retiró el dinero, que dormía muy tranquilo en el banco uruguayo.

 

Pasaron varios meses sin lograr descubrir quienes efectuaron un secuestro tan bien organizado, no había pistas y las pocas que encontraron morían en el camino, como muchos casos fue quedando en el olvido.

Un lunes que desayunaban en un café de Almagro, Garmendia y Carmona vieron entrar al actor Lucas Sardes, no se lo veía bien, lo saludaron y le hicieron señas para que se acercara. Entre café y medialunas les dijo que Trini lo había abandonado y no sabía dónde estaba.

—Es seguro que se debe haber ido con alguno de sus amigos del teatro —dijo Sardes.

—¿Ella es actriz?—preguntó Garmendia.

—No, comenzó a salir con su cuñada la esposa de Raimondi y  se mueve entre gente que no me gusta nada…

Hablaba con amargura, y se lo veía avejentado, con entrecortada siguió hablando:

—Raimondi está en Miami y su mujer en Bs As, son dos locos, creo que ellos también andan en planes de separación.

—El dinero sigue en Uruguay —comentó Carmona— nadie lo ha retirado, por qué motivo recibió ese dinero el embajador.

—Fue producto de una transa rara de Raimondi, algo así como una coima… digamos.

—Dijo que había vendido propiedades en Miami —Insistió Carmona.

Lucas negó con la cabeza.

Garmendia los observaba en silencio.

—Nunca tuvo propiedades, eran trucos raros en los que estaba metido hasta el cuello —dijo Lucas.

—Así que los dos se han separado, debe ser por causa de aquel secuestro  ¿verdad’

—Si fue como abrir una caja de pandora, toda la porquería voló por el aire —la voz de Lucas Sardes sonó triste.

—¿Y usted en que anda? —preguntó Garmendia.

—Sigo con mis clases de teatro, me gano la vida decentemente.

Terminó su café y la última medialuna, no dejó ni las miguitas, se puso de pie y se fue sin pagar.

—Pobre tipo que mal se lo ve —exclamó Garmendia mirando la figura del actor que se alejaba.

Mientras regresaban a la oficina  comentó;

—Tengo ganas de  revolver el avispero de ese secuestro…

 

Elena Funes  y Martín Calvo eran policías de civil encargados de investigar  bajo las órdenes de Garmendia.

No fue difícil saber en que andaban Trini y la ex de Raimondi, verlas en el teatro abrazadas o besándose mientras cenaban en el reservado de un restaurante de categoría les dio frescas noticias que la amistad entre las dos era algo más eso.

Con los informes de Elena y Martín, la sospecha de Garmendia se confirmó, aunque no había imaginado que las dos mujeres estaban confabuladas en el secuestro, solo al saberlas enamoradas descubrió la verdad.

Les llevó dos meses seguirlas, hasta que un fin de semana largo, ellas viajaron a Uruguay, el feriado terminó pero las enamoradas se quedaron unos días más.

Avisaron en el banco sobre el secuestro y que el dinero era producto del mismo. Al llegar las mujeres muy tranquilas a retirar el dinero, el gerente dio aviso a Garmendia. La policía uruguaya hizo el trabajo de capturarlas.

Todavía están discutiendo si se las juzga en el Uruguay o en Argentina, pero mientras tanto quedaron detenidas y el dinero sigue durmiendo en el banco uruguayo.