Carmona
entró al bar en el que Garmendia saboreaba una cervecita bien helada. Llegó
empapado, la lluvia de aquel sábado le había calado hasta los huesos.
-¿De
dónde venís? -pregunto Pedro mirando los zapatos embarrados de su ayudante.
-De la
villa, mataron al Padre Ramón, le metieron dos puñaladas y lo dejaron tirado en
el patio de atrás de la capilla- se quitó el impermeable, lo colgó del perchero
y tomó asiento, pidió un café y dijo:
- La
gente dice que fueron los transas, pero esas puñaladas no son el estilo de esos
muchachos, usaron un cuchillo de tumberos…el jefe dice que vayamos a
investigar.
Pedro
se reacomodo inquieto en la silla, conocía al transa de la villa, no le gustaba,
era el jefe de los soldaditos que iban y venían en sus motos haciendo el delivery
de droga, un mocoso de unos veintitantos
años, prepotente hasta con sus amigos y demasiado sanguinario, todos le temían,
se llamaba Salvador Aquiles y según se presumía, era hijo de un pez gordo de la
política, llevaba el apellido de la
madre, así que no se conocía a ciencia cierta quién era el padre, pero, que
estaba protegido; ¡¡Lo estaba!!
-Apura
el café y vamos a ver que pasó…
Llegaron
a la capilla y la gente arremolinada en la puerta los miró con desconfianza, al
ver que los dejaron pasar, intentaron acercarse a preguntar, el personal
policial los alejó.
El
padre Ramón era muy querido, vivía en la villa y conocía todas las necesidades
de la gente, ayudaba, aconsejaba y estaba presente en cada casa cuando era
necesario. Desde que había llegado ocho años atrás, hubo un cambio, las peleas
a balazos disminuyeron y hasta los transas calmaron sus escándalos, pero las
relaciones entre ellos y el cura eran lejanas, no se aceptaban, el cura los
respetaba, siempre y cuando no se metieran con la gente trabajadora del lugar.
Era fuera de la villa donde se vendía la droga, la clientela figuraba más allá
del asfalto.
Según
contaron los policías presentes, la tarde anterior, la gente de la pastoral,
había tenido reunión como todos los viernes, al largarse la lluvia se retiraron
a sus casas. A la mañana llegaron dos mujeres que daban catequesis y
encontraron al padre tirado en la parte de atrás de la capilla, boca abajo y
con restos de sangre que había lavado la lluvia.
Luego
de preguntar a los amigos del padre Ramón, no quedaban dudas, las relaciones
entre los transas del barrio y el cura era complicadas.
Sin
embargo y según Garmendia resultaba demasiado fácil culpar al capo de la droga,
era un joven inteligente y sabía de sobra que no debía meterse con el
sacerdote, le gente del barrio lo quería y sentía devoción por el cura, armándose de coraje fue
a visitar a Salvador.
Aquiles
vivía frente a la villa en una antigua casa que había pertenecido a la familia
de su madre, fue ella quien abrió la puerta y los hizo pasar a la oficina del
muchacho, ya estaba enterado de la muerte del padre Ramón y al preguntarle
Garmendia cuál era su relación con el cura, respondió:
-No he
tenido problemas con el curita, varias veces vino a visitarme y convinimos que
la droga no se debía vender en la villa, que mis muchachos no jugarían con
armas de fuego, como hacían antes, era cosa de pibes tirar al aire, les gustaba
asustar a los vecinos, cosa que ya no hacen.
- ¿Por
qué será que los habitantes de la villa te señalan como asesino del cura?
-preguntó Garmendia y notó asombro en los ojos de Salvador.
-
¡Pregúnteles a ellos! -respondió con rabia- yo cuido a la gente del barrio, los
transas de otro lugar acá no entran, ni transas ni chorros…
-Está
bien Salvador, si encuentro algo nuevo volveré a visitarte -dijo Pedro y lo
miraba a los ojos intentando descubrir en ellos algún dejo de temor, que no lo encontró.
-Haga
lo que quiera -le dijo el transa- pero cuanto más lejos lo vea, mejor…
Nadie
los acompañó hasta la puerta, salieron a la calle, subieron al coche seguidos
por la mirada curiosa de los vecinos.
Luego
del entierro, Carmona venia manejando el coche de Garmendia y le preguntó:
-¿Algo
te llamó la atención?
Garmendia
negó con la cabeza.
-A mí
sí, varias chicas jovencitas y embarazadas en el cementerio y por la forma que
lloraban parecía que se les había muerto un familiar, tenemos que hablar con la
sacristana, pero hoy, dejemos descansar a todos, mañana vamos hasta la capilla.
A la tarde
siguiente, se acercaron buscando a la sacristana. La señora Araceli era una
santiagueña simpática y amable, vivía al lado de la capilla, los recibió con
café a los investigadores y ante la pregunta de quienes eran las chicas
embarazadas, dio una respuesta que los asombró.
“Son
las chicas del hogar MaminaS, allí se recibe a las pibas embarazadas, que la vida se les complica, las
echan los padres o los novios las abandonan.”
-¿Cómo
funciona eso?- preguntó Garmendia.
-Es una
historia que comenzó hace pocos años, el padre estaba levantando una escuelita
para jardín de infantes y guardería cuando comenzó el covid, el barrio se
revolucionó, había muchos viejitos solos que no podían seguir en esa situación
y lo que iba a ser una guardería.
termino siendo guardería de abuelos -Araceli hablaba y acompañaba sus palabras
con el movimiento de sus manos -el padre Ramón y otros curitas se encargaban de
cocinar y cuidar a los viejos, yo era una de las que estaba sola… – Araceli
volvió a servir café y Garmendia la escuchaba interesado, mientras Carmona daba
vueltas por la cocina buscando algo para comer–y comenzaron a conocerse casos
en el barrio, de chicas, que por estar embarazadas no tenían dónde ir, una que
el novio no quería al hijo, otra que los padres la echaron de la casa por ser
una vergüenza y así fue creciendo el hogarcito entre los viejos y chicas
abandonadas.
-¿Dónde
está el hogarcito?
-Atrás
de la capilla, cruzamos el patio y lo encontramos, termine el café que los
acompaño.
El
hogar era un amplio salón rodeado de cuartos, las abuelas, sólo quedaban dos,
vivían en el último y su ventanal daba al patio de atrás de la capilla.
Carmona
quedó haciendo preguntas a las chicas, tratando de investigar y Garmendia fue
al cuarto de las dos abuelas, una de ellas tejía, mientras la otra se hallaba
sentada en un sillón frente al ventanal. La tejedora, se llamaba Celina, era
rosarina y le contó su vida al inspector, la otra no hablaba, ni prestaba
atención a Garmendia.
-¿Qué
le pasa a la señora que no habla, ni me mira?- preguntó Pedro a Celina.
-Tiene
demencia senil y pasa horas en silencio, otras veces habla de cosas viejas como
si hubieran ocurrido recién, es buenita, se llama Trini…sufrió mucho con la
muerte del curita Ramón, ella lo consideraba su hijo y desde entonces sigue
allí sentada con la mirada fija en el patio de atrás de la capilla, parece
esperar algo...
Nada
saco en limpio de la conversación con Celina, ninguna pista que desenredara la
telaraña y le permitiera una idea, al
menos, para investigar.
Carmona
encontró que una de las chicas, Sandy, le relató algo importante, ella había
escapado de la casa que habitaba con su novio, un tal Federico Sartori. Al
quedar embarazada, él la obligo a abortar, Sandy se negó y debido a eso, la
golpeó, ella asustada se escapó a la casa de una tía, el matón la buscó hasta
encontrarla e intento, hacerla cambiar de opinión, Sandy se negó nuevamente a
interrumpir su embarazo y Sartori volvió a pegarle, la chica debió ser hospitalizada,
allí la conoció el padre Ramón y para evitar que nuevamente la golpeara y
sucediera una tragedia la llevó a vivir a MaminaS. Cuando Sandy creía que su
vida se encaminaba en paz, apareció de nuevo su ex novio, intentó llevársela
por la fuerza, cosa que no logró y furioso, amenazó al cura creyendo que entre
él y Sandy había una relación.
Al
regresar, Pedro manejaba en silencio, de pronto dijo:
-Estoy
seguro que ese tipo es el asesino, pero cómo demostrarlo…
Carmona
lo miro y le dijo:
-¿Estás
adivinando?
-No, es
una idea que me vino de golpe por las actitudes del tipo, es un violento que
cuando no consigue lo que quiere emplea la fuerza bruta.
Al investigar
a Sartori se llevaron una sorpresa inesperada, había estado preso varios años
por un crimen en una pelea callejera, debido a sus arreglos con un juez le
redujeron la condena y en pocos años salió libre, era un violento, los datos de
su expediente lo confirmaban.
Lo
buscaron y lo encontraron. Sartori era dueño de un taller mecánico en San
Martín cerca de la estación de trenes, vivía en una pequeña casa en el fondo de
su taller. Garmendia y Carmona se presentaron y ante las preguntas de los
investigadores se mostró manso como un cordero, aseguró estar arrepentido de su
proceder con Sandy y juro que nada tenía que ver con la muerte del padre Ramón
y que las amenazas al cura era una invención de su novia, ese día viernes había
trabajado en su taller mecánico hasta tarde y su ayudante, dio testimonio
confirmando sus palabras.
Todas
las hipótesis de Garmendia se vinieron abajo, salieron del taller mecánico
apesadumbrados, se estaba haciendo difícil encontrar pistas que los llevaran a
una solución. Regresaron a la oficina, pero antes pasaron por el bar del
gallego Manuel a ver si con unas cervezas se les pasaba el mal humor, Carmona
iba en silencio, cada uno sumido en su bronca y tratando de encontrar la punta
de esa madeja de conflictos.
Iban
por la segunda cerveza cuando Garmendia dijo mordiendo las palabras:
-No le
creo nada a ese tipo Sartori, estoy seguro que fue él…
-Pedro,
el ayudante dijo que ese día trabajaron hasta tarde, estás empecinado con el
tipo.
-El
ayudante puede decir lo que quiera por estar amenazado, no te olvides que es un
matón y un cobarde, aparte me hace ruido el que haya estado preso, no te
olvides que al cura lo mataron con un arma tumbera.
Recién
en la tercera cerveza la cara de Garmendia se iluminó y exclamó:
-Vamos
a buscarlo, se me ocurrió algo.
Carmona
sin entender que se le había ocurrido a Pedro, lo siguió.
Llegaron
al taller y Sartori los miró sorprendido, se hallaba tomando mate con su
ayudante, quien al verlos dio un paso atrás, se lo notaba inquieto.
-Acompáñenos
-dijo Pedro- es para un control de rutina.
Extrañado
y de mala gana, aceptó ir con ellos, no le dijeron a dónde iban, cuando se dio
cuenta que enfilaban para la villa, Sartori se removió en el asiento, se lo
notaba intranquilo. Bajaron en la puerta de la capilla, al verlos algunos
vecinos se acercaron curiosos, Carmona les hizo un gesto para que se alejaran,
entraron los tres, Garmendia se adelantó, Carmona empujó al tipo y pasaron a la
parte de atrás de la capilla, quedaron de pie en el mismo patio que habían
encontrado muerto al cura. Sartori no entendía nada, Carmona le dijo:
-Muévase,
camine por el patio que en seguida viene Garmendia.
De
pronto unos gritos que ponían los pelos de punta, llegaron de la casa de las
abuelas, Garmendia intentaba calmar a Trini que se debatía en sus brazos presa
de un ataque de histeria, mientras miraba con terror y señalaba a Sartori que sorprendido
y sin entender nada miraba curioso al ventanal.
-Ese
hombre malo… pobre mi Ramón…-lloraba y se abrazaba a Garmendia que no sabía cómo
calmarla.
La
demencia senil de Trini, no era Alzheimer, ella se perdía por momentos, pero
recordaba y al ver a Sartori volvió a ver ante sus ojos la escena que había
contemplado días atrás desde la ventana de su habitación, ese hombre había
matado a su querido Ramón, al que ella creía su hijo.
Mientras
el coche policial se llevaba esposado a Sartori, Garmendia y Carmona quedaron
en la puerta de la capilla con Araceli, fue ella la que preguntó:
-¿Cómo
se les ocurrió preparar esa escena para que Trini lo viera a Sartori?
-Fue
Celina, la anciana que está con Trini -dijo Garmendia- ella dijo que la
enfermedad deTrini no era Alzheimer, que por momentos recordaba, así se me
ocurrió traer al posible asesino al mismo lugar donde ella lo había visto matar
al cura, Celina dijo que Trini esperaba algo, que no se movía de su sillón, era
una posibilidad que fuera Sartori, si la abuela lo reconocía, de alguna forma
lo iba a manifestar.
-Fue un
riesgo… ¿y si Trini no se daba cuenta? -preguntó Araceli.
-Volveríamos
a empezar – respondió Garmendia encogiéndose de hombros.
Esta
vez los abogados de Sartori nada pudieron hacer para sacarlo libre, el caso le
toco a la fiscal Suárez, nada lograron las trampas que tejieron los juristas de
la defensa, el juez condenó Sartori a treinta años, al salir su hijo, al que le
quiso negar la vida, ya sería un hombre.
Me encanto, bien presentados los elementos de la trama, y excelente la tecnica de "llevar el culpable a la escena del crimen" usualmente ocurren ese tipo de cosas, es un procedimiento interesante. El mundo policial es asi, un tanto crudo con escenarios en donde hay bastante opresion, pobreza, violencia. Carmona y Garmendia se desenvuelven bastante bien en esa "selva".
ResponderEliminarGracias José, muy generoso tu comentario. Me alegra que te gusten las historias de Garmendia y su mundo en "Selvas" que son cercanas a la realidad de nuestras ciudades.
EliminarUn abrazo.
Yo, como los criminales, siempre regreso a la escena... pero hoy solo para darme cuenta que mi mensaje no esta, no hay rastros de mi comentario aqui, la evidencia ha sido removida... oh sorpresas que da la vida.
ResponderEliminarVoy de nuevo, te decia que pincelaste muy bien a una comunidad atrapada entre la violencia y la devocion. Hay sospechas, temor y secretos. Me gusto el giro de que una anciana con demencia fuera la pieza clave para develar el crimen. Me parece una reflexion sutil sobre como incluso los olvidados o desestimados pueden tener tambien un papel crucial en un momento clave.
Interesante capitulo.
Muchos besos y abrazos.
Gracias Estimada Hadita, Las villas son un mundo aparte, y los curas villeros existen y mucho de la historia de Garmendia, es real. Un abrazo y gracias por tu compañia.
Eliminarmariarosa
Carolina he buscado en "comentarios" y allí aparece tu anterior devolución, Bloger la mando como span.
ResponderEliminarHada de las Rosas ha comentado "El crimen del cura."
24 oct 2024
Buenisimo episodio, otro logro en la carrera de Garmendia. Es muy perspicaz. Desvelar el crimen en esa comunidad atrapada entre la violencia y la devocion no ha sido tarea facil. Me gusto el clima de temor y secretos que se respira y tambien el mensaje sutil de que los olvidados, los menospreciados o los desestimados pueden tener tambien un papel crucial en algun momento.
Bienvenida de vuelta,
abrazos.
Ah, genial! ya me parecia a mi que habia comentado y dado a PUBLICAR, pero soy despistada y podria pasar que no lo hubiera hecho, es decir que hubiera comentado, hubiera cerrado y me hubiera retirado silbando bajito, lo mas pancha.
EliminarCon respecto a de donde saque las chicas del post, mira es un repost de hace unos años atras y lo arme de un libro o revista de cine que habia en mi anterior casa hace varios años atras. Ya no lo tengo y no recuerdo como se llamaba, fue traido de los angeles, usa, por mi tio que es actor.
Hola Maria Rosa, me gustan las historias de Garmendia. En especial como analiza los detalles y siempre encuentra el modo de desentrañar la madeja para resolver el caso.
ResponderEliminarAbrazos
Gracias Noemí, eres muy amable y me alegran tus palabras.
Eliminarmariarosa
Hola Mariarosa, Garmendia todo un personaje para escribir una novela, anímate y hazlo ya tienes al principal personaje!. A sido un placer leerte, besos
ResponderEliminarHola Erika, gracias por tus palabras. Escribir una novela no es dificil, lo dificil es editarla y lo que eso sale en argentina.
EliminarAbrazo.
Garmendia no es tan análitico como colegas investigadores. Pero es persistente. Y con momentos de intensa intuición. Es curioso que se haya despertado con la tercera cerveza.
ResponderEliminarSupo que sospechoso descartar. Y quien podría indentificar al asesino.
Y ante la fiscal Suárez no sirven ciertas trampas de abogados.
Un abrazo.
Hola Demiurgo, me gustan tus reflexiones sobre Garmendia, es un tipo diferente, al menos es lo que busco al escribir su personaje. Grracias por tus palabras.
Eliminarmariarosa
Es genial tu forma de escribir y este relato policial me encantó!!! Felicitaciones !!
ResponderEliminarHola Patricia, me alegra que te guste mi forma de escribir, lo hago con ganas y el personaje de Garmendia y sus policiales ya es casi de la familia. Gracias.
Eliminarmariarosa
Eres grandiosa escribiendo intrigas, tus relatos siempre que te leo me dejan pegada a la historia
ResponderEliminarfantástico querida mariarosa
Un abrazo inmenso
Otro abrazo para vos Stella y me alegra que te gusten los misteros de Garmendia-
EliminarMariarosa
Great article and good blog. Have a nice day ok
ResponderEliminarthank you, Have a nice day ok.
ResponderEliminar