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lunes, 6 de mayo de 2024

El novio de la tía Carla.


 

 

 

Era viernes y el día finalizaba, Garmendia esperaba terminar el último informe y salir a tomar una cerveza, sentarse tranquilo en el bar del gallego Paco y mirar el ir y venir de la gente en la calle mientras  bebía y picaba unos maníes, quesitos y jamón.

Pero su plan se vino abajo cuando entró Carmona y le dijo:

—Pedro vas a tener que ayudarme, estafaron a mi tía Carla…

Garmendia se puso  la campera y no respondió.

—Dale viejo es mi tía y le afanaron 9.000 dólares y joyas—insistió Carmona.

—¿Quién fue el desgraciado?

—El novio.

Garmendia se detuvo en la puerta de la oficina, giró y lo miró de frente a su compañero.

—¿Cómo?

—Si el novio, hace poco que salían y ella confió en el tipo, estaba enamorada, vos sabes cómo son esas cosas.

Garmendia movió la cabeza y respondió:

—No, no sé cómo son esas cosas, nunca tuve 9.000 dólares, decime qué sucedió…

—Mi tía lo conoció al fulano en esos sitios de internet en  que se consigue pareja, se trataron un tiempo por chat y al fin se conocieron personalmente, fue un flechazo a primera vista.

—Me imagino ¿qué edad tiene tu tía?

—Sesenta y cinco, pero no los aparenta, es una monada, siempre elegante, bien vestida, maquillada, no le das esa edad.

—Perdón que te interrumpa ¿el fulano qué edad tiene?

—Cuarenta y tres —dijo Carmona casi en un susurro.

Garmendia alzó los brazos y pegó un gemido que fue casi un grito.

—Pero, a tu tía no se le ocurrió que ese tipo venia con otra intención, no estaba enamorado quería robarle la guita…

—Estaba ciega de amor Pedro, creyó en él, le juraba que nunca había sido tan feliz y ella lo dejó instalarse en su casa, a los pocos días desapareció con la guita y las joyas de oro que tenía en la caja fuerte.

—¿Cómo abrió la caja, no me digas que le dijo la clave?

—No, era una caja vieja y la clave era simple, para un tipo del oficio fue pan comido.

Garmendia entro de nuevo a la oficina y pensó; ¡Chau cervecita!

—Mi tía hizo la denuncia pero hasta el momento no encontraron ninguna pista del tipo, tenemos que ayudarla.

—¿Y vos nos encontraste nada que nos pueda ser útil?

Carmona hurgó en el bolsillo de su pantalón y dejó sobre el escritorio una cartilla de fósforos con el nombre de un hotel y en el celular una foto.

—Esto lo encontró Carla cuando le lavó los jean, el tipo no quería fotos, esta se la saco ella en un momento que se había quedado dormido en el sillón.

Siguiendo el dato de la cartilla de fósforos, fueron hasta el “Hotel Carrillón”.

El empleado dijo no conocer al señor de la foto, pero Garmendia descubrió cierta duda al responder.

—Tal vez si vinieran del Afip a preguntarte  se refrescaría tu memoria…—dijo el inspector  con una sonrisa.

El empleado sobresaltado al escuchar Afip, recordó que el personaje solía visitarlos con diferentes señoras, utilizaba varios nombres, pero ellos lo tenían registrado como Felipe Sandoval Fuentes.

No fue difícil dar con Felipe, tenía varios domicilios, de la madre, la hermana y el de un amigo malandra y conocido de la policía que les dio una dirección, lo encontraron en una pensión de Belgrano. Lo detuvieron.

Negó toda acusación, pero cuando vio frente a él a Carla, se aflojó y llorando le pidió perdón. Era un artista de primera, a ella la convenció  su arrepentimiento y estuvo a punto de retirar la acusación cuando fue Carmona quien dijo:

—¿Tía no te das cuenta que está fingiendo?

Fue una escena teatral Carla y el chanta se abrazaron llorando, pero la tía no retiro la denuncia.

Recuperaron las joyas y 8000 dólares, los 1.000 que faltaban, no sabía en qué garito los había perdido.

La tía Carla salió llorando pensando que el pobrecito debió haber tenido una niñez sufrida y que por eso se dedicaba a robar. Carmona la miraba de reojo y no respondió.

—El tipo es un Tránsfuga —dijo Garmendia— no busque explicación, usted no es la única  a la que robó, tiene en su haber siete denuncias y siempre escapaba o compadecidas las mujeres levantaban la acusación.

—¿Siete denuncias? Está bien  déjenlo adentro, el juez ya me va a escuchar… ¡¡Quiere decir que me engañó con siete tipas tontas como yo!!

—No —dijo Carmona—ellas fueron primero, las engañó con usted.

La tía Carla salió llorando, mientras le decía por lo bajo a su sobrino:

—Que simpático es el inspector Garmendia, lo voy a invitar a cenar una noche de estas…

Carmona suspiro hondo y no respondió.