Era viernes y el día finalizaba, Garmendia esperaba terminar
el último informe y salir a tomar una cerveza, sentarse tranquilo en el bar del
gallego Paco y mirar el ir y venir de la gente en la calle mientras bebía y picaba unos maníes, quesitos y jamón.
Pero su plan se vino abajo cuando entró Carmona y le dijo:
—Pedro vas a tener que ayudarme, estafaron a mi tía Carla…
Garmendia se puso la
campera y no respondió.
—Dale viejo es mi tía y le afanaron 9.000 dólares y joyas—insistió
Carmona.
—¿Quién fue el desgraciado?
—El novio.
Garmendia se detuvo en la puerta de la oficina, giró y lo
miró de frente a su compañero.
—¿Cómo?
—Si el novio, hace poco que salían y ella confió en el tipo,
estaba enamorada, vos sabes cómo son esas cosas.
Garmendia movió la cabeza y respondió:
—No, no sé cómo son esas cosas, nunca tuve 9.000 dólares,
decime qué sucedió…
—Mi tía lo conoció al fulano en esos sitios de internet en que se consigue pareja, se trataron un tiempo
por chat y al fin se conocieron personalmente, fue un flechazo a primera vista.
—Me imagino ¿qué edad tiene tu tía?
—Sesenta y cinco, pero no los aparenta, es una monada,
siempre elegante, bien vestida, maquillada, no le das esa edad.
—Perdón que te interrumpa ¿el fulano qué edad tiene?
—Cuarenta y tres —dijo Carmona casi en un susurro.
Garmendia alzó los brazos y pegó un gemido que fue casi un
grito.
—Pero, a tu tía no se le ocurrió que ese tipo venia con otra
intención, no estaba enamorado quería robarle la guita…
—Estaba ciega de amor Pedro, creyó en él, le juraba que
nunca había sido tan feliz y ella lo dejó instalarse en su casa, a los pocos
días desapareció con la guita y las joyas de oro que tenía en la caja fuerte.
—¿Cómo abrió la caja, no me digas que le dijo la clave?
—No, era una caja vieja y la clave era simple, para un tipo
del oficio fue pan comido.
Garmendia entro de nuevo a la oficina y pensó; ¡Chau
cervecita!
—Mi tía hizo la denuncia pero hasta el momento no
encontraron ninguna pista del tipo, tenemos que ayudarla.
—¿Y vos nos encontraste nada que nos pueda ser útil?
Carmona hurgó en el bolsillo de su pantalón y dejó sobre el
escritorio una cartilla de fósforos con el nombre de un hotel y en el celular
una foto.
—Esto lo encontró Carla cuando le lavó los jean, el tipo no
quería fotos, esta se la saco ella en un momento que se había quedado dormido
en el sillón.
Siguiendo el dato de la cartilla de fósforos, fueron hasta
el “Hotel Carrillón”.
El empleado dijo no conocer al señor de la foto, pero
Garmendia descubrió cierta duda al responder.
—Tal vez si vinieran del Afip a preguntarte se refrescaría tu memoria…—dijo el inspector con una sonrisa.
El empleado sobresaltado al escuchar Afip, recordó que el
personaje solía visitarlos con diferentes señoras, utilizaba varios nombres,
pero ellos lo tenían registrado como Felipe Sandoval Fuentes.
No fue difícil dar con Felipe, tenía varios domicilios, de
la madre, la hermana y el de un amigo malandra y conocido de la policía que les
dio una dirección, lo encontraron en una pensión de Belgrano. Lo detuvieron.
Negó toda acusación, pero cuando vio frente a él a Carla, se
aflojó y llorando le pidió perdón. Era un artista de primera, a ella la convenció
su arrepentimiento y estuvo a punto de retirar
la acusación cuando fue Carmona quien dijo:
—¿Tía no te das cuenta que está fingiendo?
Fue una escena teatral Carla y el chanta se abrazaron
llorando, pero la tía no retiro la denuncia.
Recuperaron las joyas y 8000 dólares, los 1.000 que faltaban,
no sabía en qué garito los había perdido.
La tía Carla salió llorando pensando que el pobrecito debió
haber tenido una niñez sufrida y que por eso se dedicaba a robar. Carmona la
miraba de reojo y no respondió.
—El tipo es un Tránsfuga —dijo Garmendia— no busque
explicación, usted no es la única a la
que robó, tiene en su haber siete denuncias y siempre escapaba o compadecidas
las mujeres levantaban la acusación.
—¿Siete denuncias? Está bien
déjenlo adentro, el juez ya me va a escuchar… ¡¡Quiere decir que me
engañó con siete tipas tontas como yo!!
—No —dijo Carmona—ellas fueron primero, las engañó con usted.
La tía Carla salió llorando, mientras le decía por lo bajo a
su sobrino:
—Que simpático es el inspector Garmendia, lo voy a invitar a
cenar una noche de estas…
Carmona suspiro hondo y no respondió.
Buenisima montaña rusa de emociones, trama intrincada y la forma en que presentas los personajes y sus motivaciones es muy agil; una joya con la que disfrute un buen momento a desentrañar.
ResponderEliminarAbrazos, feliz noche!
Gracias Hadita, me alegra que te haya gustado la historia de la tia Carla. Besitos.
EliminarGreat blog
ResponderEliminarPlease read my post
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar.
EliminarSaludos.
Hola Mariarosa, llegué de casualidad acá y me quedo . Me gustó la trama y el desenlace de tu historia.
ResponderEliminarAbrazo
Hola Soñadora, me alegra que te haya gustado el Inspector Garmendia, trato de que sea un policia diferente. Gracias por tu visita.
Eliminarmariarosa
Ese cierre genial porque ratifica el temperamento de la tía Carmona
ResponderEliminarY que bueno que retomas al inspector Garmendio un personaje bien definido en tu narrativa que bien puede hacer decenas novela del género policíaco. Un abrazo. Carlos
Gracias Carlos, Garmendia es uno de esos personajes a los que el autor le tiene cariño y no puede dejarlo olvidado.
EliminarUn abrazo, me alegra que te guste.
mariarosa
Buenisima historia, real como la vida misma, según TV hay muchos casos asi, jaja, mariarosa me ha encantado leerte y el final de ha dejado de piedra ¡que bueno!
ResponderEliminarUn abrazo grande
Hola Stella, me alegra que te gustará, es que el inspector Garmendis es un tipo especiel, Gracias.
Eliminarte mendo un abrazo.
Que história bonita! Pelo menos eu gostei. ESTOU TE SEGUINDO.
ResponderEliminarUm bjs.
Muchas gracias Ro, eres muy amable.
Eliminarmariarosa
Garmendia no sabe como huir del agradecimiento de la tía de Carmona.
ResponderEliminarBien contada historia. Un abrazo.
Hay tías que más vale perderlas que encontrarlas, verdad?
EliminarUn abrazo Demiurgo.