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martes, 2 de septiembre de 2025

El músico y la abogada.



 


El balazo, había sido certero al corazón.

La mujer murió en el acto, un testigo que vio todo desde su balcón, dijo que ella venía caminando, arrebujada en su abrigo, por el frío y la llovizna, de pronto, un coche frenó cerca suyo, bajo un hombre y sin mediar palabras, le disparó.

Según las primeras averiguaciones, la mujer, Cecilia Vargas, era asesora de una abogada del congreso. Cecilia era una persona sin antecedentes, sin enemigos a la vista, querida y respetada por sus compañeros.

Fue la abogada la que dio la primera y posible pista. Hacía mucho frío en ese atardecer de julio, Cecilia debía llevar una carpeta a un estudio, a pocas cuadras de la oficina, apurada se puso el abrigo de su jefa. “Posiblemente la confundieron conmigo”.

A Garmendia le pareció posible el error, pero por los datos que dio el hombre del balcón, el asesino bajó de un coche viejo y descuidado, un matón a sueldo no anda en un coche así, seguramente sabía muy bien a quién estaba atacando. Cecilia Vargas era abogada, asesora en economía, trabajaba desde hacía un año en ese estudio y no había dado señales de conflictos familiares, ni amorosos, al menos nunca los había comentado. Vivía sola, en un pequeño departamento del barrio de Villa Urquiza. Su madre y su hermana vivían en Mendoza, estaba sola en la ciudad. No tenía amigas, ni se le conocieron romances en el corto tiempo de su estancia en B. Aires.

-Algún amigo, un romance de esos de fin de semana debía tener…- dijo Carmona.

-Puede que sí -respondió Pedro- pero hasta el momento no lo encontramos.

-¿Y si preguntamos al portero del edificio, ellos saben vida y obra de los inquilinos?

Garmendia encontró al encargado, en plena tarea de limpieza, en un principio se mostró reacio para hablar, cuando le dijeron que no había problemas que lo iban a sitar en el departamento de policía, cambió de opinión.

El portero le dijo a Pedro:

-La señorita Cecilia era muy amable, a veces la venia a visitar un tipo algo raro, parecía un músico de rock pesado, pelo largo, lleno de tatuajes, no daba para ella, tan fina y educada…pero bueno, era cosa de ellos.

-Recuerda haber escuchado su nombre o algún otro detalle.

-Recuerdo que venía en una moto Gilera, otras veces lo traía un Ford Sierra un tanto destartalado, lo dejaba y se iba.

-¿Vio alguna vez al chofer del Sierra?

-No, no se me ocurrió mirar al chofer, pensé que sería un Remis.

- ¿Un Remis destartalado? es difícil – dijo Garmendia.

Carmona se dedicó a recorrer a los vecinos del Edificio y comerciantes del barrio, algún detalle iba a encontrar sobre la vida de Cecilia.

Algunos vecinos corroboraron las palabras del portero, el rockero solía visitarla seguido. Un dependiente del supermercado que escuchaba la conversación de Carmona y la cajera se acercó y aportó la mejor noticia.

-El novio de la señora es el guitarrista de “Carbón blanco”

-¿Y eso qué es- dijo Carmona.

-Un grupo de Heavy Metal, fui a verlos varias veces, por eso lo reconocí.

-¿Sabes el nombre?-preguntó Carmona.

-Si, es Lucas, Lucas Mantieri, es muy buen guitarrista.

Con esa información llegaron fácilmente a Mantieri, lo encontraron en un garaje, en San Martín, ensayando con su grupo.

Nada sabía sobre la muerte de Cecilia, se puso pálido, se lo notaba sincero, dijo que se conocieron, en el aeropuerto, los dos viajaban de Puerto Madryn a B. Aires, conversaron, se pasaron los teléfonos y así comenzaron.

-Era una mina sincera, tan diferente al mundo en el que me muevo, que me enamoré- se le llenaron los ojos de lágrimas- no puedo creer que no la vere más…

Se sentó sobre una desvencijada silla y quedó mirando la pared sin decir palabra.

Los detectives se fueron, dejando a Mantieri rodeado por su grupo que en vano intentaban consolarlo, y él, sin poder entender que ya no vería más a Cecilia.

El Sierra destartalado pertenecía a uno de los músicos de “Carbón blanco”. El día del crimen de Cecilia, los músicos estaban en Entre Ríos, dando un recital. Había que comenzar de nuevo con la investigación.

-Se nos vino abajo la investigación -comentó Carmona.

-Era demasiado fácil como venia todo, debemos buscar en la vida de Cecilia -exclamó Garmendia.

Mientras hablaban, golpearon la puerta de la oficina, dos mujeres, una joven y otra mayor se presentaron.

-Soy Gina, la hermana de Cecilia Vargas y ella es nuestra madre.

Garmendia y Carmona quedaron helados, ¿qué le iban a decir, estaban en cero?

Comenzaron por decir la verdad, lo que habían investigado y que hasta el momento no tenían nada seguro.

-Puede que ayudemos con esta pista – dijo la hermana- poniendo en el escritorio algunas fotos de Cecilia con un hombre algo mayor que ella- Juan Carride, fue pareja de mi hermana y ella lo dejó por violento, sabemos que esta aquí en esta ciudad, creo que vive por Fiorito, allí tiene familiares.

Garmendia miraba las fotos, estaba mudo. Gina les contó que su hermana se vino a Buenos Aires escapando de Carride y que él juró buscarla y llevarla de los pelos a Mendoza, esas fueron sus palabras. Las dos mujeres estaban seguras de que había sido Carride quien dio muerte a Cecilia.

En Fiorito vivian unos tíos de Juan, ellos no sabían dónde estaba, los detectives dejaron policías de civil por si regresaba. Se tendió una red de investigación en la Provincia de Buenos Aires, durante la primera semana, nada sucedió, a Juan Carride se lo había tragado la tierra.

Comprendieron era un tipo muy despierto, no usaba tarjetas de crédito, cambió celular y se mantuvo escondido en barrios poco recomendables, su búsqueda fue infructuosa, hasta que cometió un error. Conoció a una joven, la chica era ligera de manos, intentó robarle y él la golpeó, ella fue a atenderse a un hospital e hizo la denuncia. Como su imagen y nombre estaba en todas las seccionales, la chica lo reconoció y en seguida cayó preso.

En un principio negó todo, dijo que vino a Buenos Aires por trabajo, pero no dio pruebas de ninguna conexión, ni empresa que lo haya contratado. Estaba acorralado.

Su tío declaró que Carride, llegó a su casa una noche, alcoholizado, agresivo, y que se vio en la necesidad de echarlo, pidió por favor quedarse y que después de cenar se iría, por la noche escapó llevándose el coche, que, aunque viejo era el medio de trabajo del tío, con el repartía mercadería.

Carride se declaró arrepentido de su crimen y juró que fue un arrebato de celos al verla con el músico, tan feliz como nunca la había visto a su lado. Esperó el momento justo, ese día el frío y la llovizna dejaron la calle vacía, consideró que era su momento esperado…y lo hizo, la mató.

Hay historias que no terminan, al menos para la madre y hermana de Cecilia Vargas su recuerdo quedara en ellas y en el corazón de un musico, un rockero, que nunca la olvidara.

 

 




1 comentario:

  1. Que tal Maria Rosa, que frio hace hoy, par favarr! jaja

    Esta historia me dejo 😮 desde el primer balazo ya me enganche, todo es tan verosimil... quedo impecable y el final es tan emotivo que se queda en el cora ❤️
    Feliz noche, dulces sueños.

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