Pedro
Garmendia bebía su café con tanta lentitud que Carmona lo observaba curioso, al
fin preguntó:
- ¿Qué te
pasa Pedro?
-El caso
que nos dejó Mendizábal como regalo me tiene preocupado…es muy desagradable.
-Todo
sucedió hace siete años, en ese momento cerraron todo y ahora lo retoman… ¿Qué
ha pasado?
-Una
madre, quiere saber quién mató a su hija y parece que movió el avispero de
arriba y la orden no se hizo esperar, hay que investigar.
-Por lo
que leí en el informe del caso – dijo Carmona- era una piba de dieciséis años,
estaba en una fiesta de cumpleaños y cuando amaneció mientras los demás desayunaban, notaron su
falta, recorrieron la casa y la hallaron muerta, en la parte de atrás cerca de
la pileta… con un golpe fuerte en la cabeza…
Garmendia
asintió con un gesto, terminó su café y con una voz que se le ahogaba en la
garganta exclamó:
-Dieciséis
años… pobre piba… quien pudo ser tan desgraciado, pero lo que me extraña es que
hayan cerrado el caso sin solucionarlo, no quiero pensar mal, pero creo que una
mano misteriosa anduvo en ese caso.
Salieron
y sin hablar llegaron hasta la casa de la madre de Soledad Carpi, la joven
asesinada.
Las fotos
de Soledad cubrían las paredes del salón, los ojos de su mamá eran un claro
mensaje de que el dolor seguía tan vivo en ella como el primer día.
-Hay
dolores que los años no calman, y es la impotencia que lo agrava y lo mantiene latente-
dijo la mujer.
-Tiene
alguna sospecha -pregunto Pedro-.
- No sé,
era un grupo que parecía llevarse bien, lo que siempre llamó mi atención era la
competencia que había entre las chicas, especialmente entre mi hija y Violeta,
competían por las notas y por los chicos, especialmente por Matías.
-¿Quién
es Matías?
-Mati era
el amor de todas -dijo la señora Carpi- él se sabía buscado y salía un tiempo
con una y pronto la dejaba y salía con otra…era un adolescente casanova.
Pedro y
Carmona tomaron nota de los detalles que la señora Carpi conocía, junto con los
nombres de los jóvenes que estuvieron presentes en aquel cumpleaños.
Apenas
ocho, entre chicos y chicas, los padres de la joven dueña de casa, en ese
momento estaban de vacaciones en el Caribe.
Citaron a
todos jóvenes por e-mail, menos a Santiago Fuentes que había salido del país en el 2023 y se desconocía su paradero.
Dos de
las chicas se presentaron al día siguiente, Ceci y Luna. Eran médicas, trabajaban
juntas en el mismo hospital, respondieron a las preguntas con tranquilidad, no
recordaban mucho, - así declararon- habían tomado demasiado esa noche y
mientras los demás desayunaban, ellas dormían, aportaron un detalle importante,
Sole y Violeta peleaban continuamente por Matías. Las mismas palabras había
dicho la mamá de Sole.
Violeta
no respondió al e-mail, así que fueron a buscarla a la oficina donde trabajaba,
era escribana. Le preguntaron por qué no había respondido al mensaje.
-Estoy
muy ocupada – dijo con una sonrisa compradora- me falta el tiempo, aparte debo
viajar a Chile el fin de semana.
Pedro con
la misma sonrisa amable exclamó:
-No hay
problemas, si no viene, la venimos a buscar con un móvil policial y dos
oficiales la acompañaran a la seccional.
Se puso
seria, no le gustó el tomo irónico de Garmendia.
-¿Después de siete años que
quieren probar? -Pregunto Violeta cerrando su notebook de un golpe.
-Se
reabrió el caso señorita, todos los presentes en esa fatídica noche tienen que
volver a declarar.
Violeta
enrojeció, se frotaba las manos, se la notaba enojada y dijo con tono de fastidio:
-Todos vimos
que esa noche Soledad había bebido de más, no se mantenía en pie y sola cayó,
el golpe en la cabeza fue con el borde de cemento.
-Mañana a
las diez horas la esperamos, si no quiere venir la venimos a buscar.
La cara
de Garmendia había perdido la sonrisa, la miraba a los ojos, muy serio,
demostrando desgana por la frialdad de la joven.
Antes de
las diez, Violeta se hizo presente. Fina, elegante con ropa cara, tomó asiento,
cruzó las manos sobre la mesa y esperó, en apariencia se veía tranquila.
-¿Cómo
era su relación con Sole?-preguntó Carmona.
Hizo un
mohín.
-No era
ni buena ni mala, solo nos gustaba competir, por Matías, por la ropa, cualquier
tema era bueno.
-¿Qué
pasaba entre usted, Matías y ella?
-Él
jugaba con las dos, unos meses estaba con ella y otro tiempo conmigo y las dos éramos
chicas, no nos dábamos cuenta de que era un desgraciado, Soledad se enamoró en
serio.
-¿Y los
demás chicos que estuvieron en la fiesta, alguno pudo ser culpable de la muerte
de Sole? -La voz de Carmona sonó dura, sus ojos parecían traspasar los de Violeta,
ella se sintió amenazada y dijo:
-Eran
buenos pibes, no había drogas entre ellos y aunque usted no lo crea, la única
que se drogaba era Sole…
-Es fácil
decirlo -respondió Pedro- ella no puede defenderse, aparte no es motivo para
matarla.
-No sé
qué más quieren de mi - ella los observó a los dos detectives con un gesto
ambiguo, no se sabía si era desidia o enojo- esa noche peleamos como lo
hacíamos siempre, nos agarrábamos de los pelos, nos insultamos y nada más, no
recuerdo otra cosa.
Faltaba declarar
a Valeria que resultó ser sobrina de un ministro del gobierno anterior,
comprendieron el motivo por el que, siete años atrás se había cerrado el caso
tan rápido.
Sus
palabras no aportaron nada, ella estuvo toda la noche con su novio Santi,
declaró que Sole y Violeta se pelearon, como siempre, no recordaba nada más,
hasta el momento en que desayunaban y alguien gritó, porque encontró a Sole
muerta.
Por la
tarde llegó Lucas, era alto, flaco, desalineado y de fea apariencia, maquinista
en el ferrocarril, no tenía ni treinta años y sus sienes estaban pobladas de
canas.
Miraba a
los detectives con curiosidad, no entendía el motivo por el que se reabrió el
caso. Se lo explicaron y respondió que estaba dispuesto a declarar, se acomodó
en la silla y dijo:
-No
recuerdo gran cosa, había bebido demasiado y Sole estaba pasada de droga…
-¿Esta
seguro que estaba drogada?
-Claro
que estoy seguro, nos drogábamos juntos, ella conseguía buena merca, la
compartía conmigo, pero esa noche no quise acompañarla -se encogió de hombros e
hizo un gesto ambiguo- los otros la miraban con asco, pero esa noche estaba
mal, Matías la había despreciado delante mío y ella tomaba vodka y luego vi que
tomó dos pastillas…
- ¿Está
seguro que era droga?
- Ella
dijo que era buena y me ofreció, yo había tomado demasiado y no acepté – quedó
en silencio- insistió que tomara y… me la saqué de encima con un empujón,
trastabilló, estaba tan en pedo que no logró sostenerse, quise sujetarla y se
me escapó, cayó sobre el borde de la pileta y no se levantó más, recuerdo que
grité y grité, vinieron todos y yo pedía una ambulancia, Matías le tomó el
pulso…- Lucas se agarró la cabeza y largó el llanto contenido por años, luego
de varios minutos, se calmó y continuó hablando- Valeria dijo qué no convenia
llamar a la ambulancia, que ya no había nada que hacer que mejor avisaba a su
tío.
-¿El
ministro? -preguntó Garmendia.
-Sí. Vino
acompañado de otro tipo y no recuerdo muy bien, creo que ellos arreglaron todo,
llamaron a una ambulancia y dijeron que Sole se había caído, que había bebido
mucho, nos dijeron que no abriéramos la boca, que ellos nos iban a decir que
declarar.
-Por qué
no dijiste la verdad en ese momento?
-No pude,
tenía diecisiete años, el miedo me paralizaba y el abogado me dijo que no
hablara o la iba a pasar mal. No tuve la culpa, fue un accidente o que se
yo…Sole estaba dada vuelta.
Cuando
llegó Matías, elegante con un portafolio que debía valer el sueldo de Garmendia,
repitió la misma historia de Lucas.
Garmendia
lo observó directo a los ojos:
-¿Estás
seguro que fue accidente?
-No
estaba presente, pero creo en las palabras de Lucas, aparte nos dijo tantas
cosas el abogado sobre lo que debíamos declarar que la verdad y la mentira se
unen en una niebla en mi cabeza.
Perdió la
compostura elegante con la que había entrado, cambiaba de posición en su silla
muy inquieto.
-Esa
fatídica madrugada nos cambió la vida a todos, en vez de unirnos ante el dolor,
cada uno tomó un camino diferente.
-
Seguramente verse era recordar el drama vivido…y la cobardía de todos
ustedes-la voz de Garmendia sonó dura.
Matías
pareció alterarse ante las palabras de Pedro:
-Es fácil
juzgar ahora, pero en ese momento estábamos muertos de miedo y el tío de
Valeria y el abogado nos manejaron a su gusto.
Todos
quedaron detenidos, el ex ministro y su abogado también, el fiscal de turno se
hizo cargo de ellos.
-Al fin
todos son culpables -exclamó Garmendia- por desidia, comenzando por los padres
que sabían la verdad y guardaron silencio.
-No
entiendo -dijo Carmona-taparon todo, un grupo de adolescentes solos en una
casa, con abundancia de bebidas y una de las pibas repartiendo pastillas de
quién sabe qué droga, ¿El forense no se dio cuenta que la chica estaba drogada
y alcoholizada?
-No hubo
autopsia, las influencias del ministro lograron que no se realizara y también
que el caso se cerrara sin investigación, las coimas pueden tapar cualquier caso,
pero la consciencia tarde o temprano saca a la luz las culpas- respondió
Garmendia.
-Si la
madre de Sole no hubiera pedido reabrir el caso todo quedaba en la oscuridad…después
de esta investigación, tal vez la señora Carpi encuentre la paz o no, quién
sabe.
- La paz
no sé -dijo Pedro- tal vez un poco de consuelo.
