Garmendia
en su salsa
—¿Se puede saber a dónde vamos, por qué tanto
misterio?
Preguntó Carmona.
Garmendia manejaba sin emitir palabra.
Una vez en la ruta, y mirando de reojo el rostro
torvo de su compañero le dijo:
—No quería que alguien escuchara, nos llamaron
por un secuestro en un country, la víctima es la hermana de un embajador.
—Por qué el misterio, de un momento a otro se va
a saber…
—Quieren evitar
que los diarios hagan de un drama,
un festival; la mujer estaba en pareja con un conocido actor, Lucas Sardes, y
tiene, según me dijeron todos los detalles para que la prensa amarilla, haga un
circo.
Carmona quedó pensando y guardó silencio, esa
mañana se había levantado con un fuerte dolor de cabeza que ningún calmante
lograba aliviar.
La Ruta Panamericana era un río de coches, en el
km 50 se desviaron a la derecha y en pocos minutos los estaban controlando a
ellos y al coche, al fin entraron al country.
Los estaban esperando, el hermano de la mujer
secuestrada, su pareja un actor de telenovelas famoso allá por la década del noventa
y una señora mayor que dijo ser la tía Sara.
Según informó la tía, que vivía en la casa, ella
llegó por la noche y encontró la puerta sin llave, eso le llamo la atención,
luego en la cocina un gran desorden, sillas caídas, mesa corrida de su lugar y un papel pegado con cinta scoch en la pared
que decía:
“Nos
llevamos a Trini, preparen rescate, nos comunicaremos”.
—Esperamos toda la noche y hasta ahora no han
llamado…—dijo Raimondi, el embajador, hablaba compungido, se notaba su
aflicción.
La pareja de Trini, Lucas Sardes, no hablaba,
daba vueltas y miraba de costado a Raimondi, casi con desconfianza. La tía
tenía los ojos enrojecidos, preguntó si podía levantar las sillas.
—No señora —dijo Garmendia—ya van a venir a
levantar huellas, si las hay...
Se retiraron todos a un salón con sillones y un
gran ventanal donde el sol de la media mañana entraba a sus anchas. Garmendia
se sentó frente a Santiago Raimondi, el embajador y preguntó:
—¿Hay algún motivo para el secuestro, tal
vez una venganza contra usted?
Raimondi se frotaba las manos y dijo en voz
baja:
—He recibido desde un banco de Europa, una transferencia de dinero muy importante a
mi nombre y no sé cómo se enteraron, no lo dije a nadie.
—¿A nadie, está seguro?
—Solo a mi esposa…
En eso sonó el celular de Raimondi. Eran los
secuestradores.
En pocas palabras le pidieron el dinero
depositado a su nombre en el banco Del Norte.
—¡Saben de ese dinero! —exclamó Raimondi.
—¡Hay que pagar, la vida de Trini corre peligro!
—él que habló con voz exaltada era Lucas —¿Cuánto tiempo te dieron?— le preguntó
a Raimondi.
—Hoy mismo debo hacer una transferencia a un
banco del Uruguay.
Garmendia los observaba uno por uno.
La tía parecía sincera en su dolor, el embajador
se notaba nervioso, casi exaltado y el actor, pareja de Trini no lo conformaba
al detective.
Carmona y Garmendia visitaron a la esposa de
Raimondi, era la única que sabía de la entrada de esa plata en el Banco Del
Norte.
Era una bella mujer, fina y muy distinguida,
Carmona dedujo que pagar la ropa que llevaba puesta necesitaría dos meses de su
sueldo.
La elegante dama, juró por todos los santos que
no había compartido con nadie la transferencia de tan importante cantidad de dinero
a nombre de su esposo. Investigaron a la encantadora señora y se encontraron con la sorpresa de que era de origen muy humilde y que había conocido
a su esposo en un teatro del under donde trabajaba como actriz.
Lucas el actor, se dedicaba a dar clases de
teatro en varios clubes de barrio donde era muy apreciado por sus alumnos, económicamente,
sus entradas de dinero le permitían una vida apenas cómoda. Extraña pareja
pensó Carmona, ella una niña rica y él un actor venido a menos…
La doliente tía Sara, junto a el embajador Raimondi eran los únicos
que vivían holgadamente y se daban lujos de alta sociedad.
Trini Suarez medio hermana del embajador
Raimondi, era hija del segundo
matrimonio de la madre, de ahí los diferentes apellidos.
No lograron rastrear la llamada, al fin el
embajador decidió depositar el dinero tal como pidieron los secuestradores.
Se hizo la transferencia. Nadie retiró el
dinero. La joven Trini fue liberada. Extrañamente nadie retiró el dinero, que
dormía muy tranquilo en el banco uruguayo.
Pasaron varios meses sin lograr descubrir quienes
efectuaron un secuestro tan bien organizado, no había pistas y las pocas que
encontraron morían en el camino, como muchos casos fue quedando en el olvido.
Un lunes que desayunaban en un café de Almagro,
Garmendia y Carmona vieron entrar al actor Lucas Sardes, no se lo veía bien, lo
saludaron y le hicieron señas para que se acercara. Entre café y medialunas les
dijo que Trini lo había abandonado y no sabía dónde estaba.
—Es seguro que se debe haber ido con alguno de
sus amigos del teatro —dijo Sardes.
—¿Ella es actriz?—preguntó Garmendia.
—No, comenzó a salir con su cuñada la esposa de
Raimondi y se mueve entre gente que no
me gusta nada…
Hablaba con amargura, y se lo veía avejentado,
con entrecortada siguió hablando:
—Raimondi está en Miami y su mujer en Bs As, son
dos locos, creo que ellos también andan en planes de separación.
—El dinero sigue en Uruguay —comentó Carmona—
nadie lo ha retirado, por qué motivo recibió ese dinero el embajador.
—Fue producto de una transa rara de Raimondi,
algo así como una coima… digamos.
—Dijo que había vendido propiedades en Miami
—Insistió Carmona.
Lucas negó con la cabeza.
Garmendia los observaba en silencio.
—Nunca tuvo propiedades, eran trucos raros en
los que estaba metido hasta el cuello —dijo Lucas.
—Así que los dos se han separado, debe ser por
causa de aquel secuestro ¿verdad’
—Si fue como abrir una caja de pandora, toda la
porquería voló por el aire —la voz de Lucas Sardes sonó triste.
—¿Y usted en que anda? —preguntó Garmendia.
—Sigo con mis clases de teatro, me gano la vida
decentemente.
Terminó su café y la última medialuna, no dejó
ni las miguitas, se puso de pie y se fue sin pagar.
—Pobre tipo que mal se lo ve —exclamó Garmendia
mirando la figura del actor que se alejaba.
Mientras regresaban a la oficina comentó;
—Tengo ganas de
revolver el avispero de ese secuestro…
Elena Funes y Martín Calvo eran policías de civil
encargados de investigar bajo las
órdenes de Garmendia.
No fue difícil saber en que andaban Trini y la
ex de Raimondi, verlas en el teatro abrazadas o besándose mientras cenaban en
el reservado de un restaurante de categoría les dio frescas noticias que la
amistad entre las dos era algo más eso.
Con los informes de Elena y Martín, la sospecha
de Garmendia se confirmó, aunque no había imaginado que las dos mujeres estaban
confabuladas en el secuestro, solo al saberlas enamoradas descubrió la verdad.
Les llevó dos meses seguirlas, hasta que un fin
de semana largo, ellas viajaron a Uruguay, el feriado terminó pero las
enamoradas se quedaron unos días más.
Avisaron en el banco sobre el secuestro y que el
dinero era producto del mismo. Al llegar las mujeres muy tranquilas a retirar
el dinero, el gerente dio aviso a Garmendia. La policía uruguaya hizo el
trabajo de capturarlas.
Todavía están discutiendo si se las juzga en el
Uruguay o en Argentina, pero mientras tanto quedaron detenidas y el dinero
sigue durmiendo en el banco uruguayo.