Carmona se acercó al cuerpo que estaba en
el piso, resultaba a simple vista una enorme muñeca desarticulada, sin tocarlo
y luego de observar unos minutos le dijo a Garmendia:
—La ahorcaron con su fular, pero está llena
de moretones, le dieron con ganas.
A los costados varias mujercitas pálidas
miraban la escena sin palabras ni lágrimas.
La muerta era la dueña del prostíbulo, “El
faro rojo”, una madama rancia y odiosa a la que nadie lloraba.
La policía científica se llevó el cuerpo,
mientras Carmona hacía preguntas a las chicas, Garmendia daba vueltas buscando
algo que ni él sabía que era.
—Quién encontró el cuerpo —pregunto Carmona.
Una morena muy bonita respondió:
—Yo, salía a acompañar a un cliente y la vimos en el suelo, pensé en una caída,
pero al acercarme vi las marcas en el cuello,
ya no tenía pulso, escuché un auto y corrí a la calle, vi un coche
blanco salir derrapando.
— ¿Derrapando?
—Sí a gran velocidad y largando humo…
—¿Y su cliente que dijo?
—Nada, cuando entré estaba parado como un
tonto mirando el cadáver y temblando, le tuve que dar algo fuerte y esperar a
que se repusiera, parecía un zombi, luego llamé al 911.
En otra habitación muy amplia,
arreglada con varios sillones,
cortinados y espejos, Garmendia imaginó que sería la sala de espera de los
visitantes, se destacaba sobre las paredes las fotos de hermosas chicas,
jóvenes y para todos los gustos. Garmendia las fue mirando una por una, de
pronto escuchó una voz:
—Todas somos hermosas cuando llegamos, pero
en pocos años nadie nos reconoce.
La que hablaba era una mujer rubia, muy
delgada y el pesado maquillaje la hacía parecer mayor.
—Soy Nene Solís —dijo mirando fijo a los ojos del detective.
—¿Cómo era la madama?
–Mala, lo que le ha pasado lo buscó con sus
desplantes, alguien se cansó de sus malos modos e insultos… y tomó justicia por
sus propias manos, a muchas de las chicas las traía engañadas, llegaban del
campo a trabajar en casas de familia, y Maira, por la fuerza las obligaba a
quedarse en el prostíbulo —Nene se sentó en uno de los sillones y siguió
hablando—le quitaba los documentos, otras veces las dominaba con drogas, algunas
creen que Buenos Aires es un lugar de ensueño, pero pronto despiertan y ya es
tarde.
—¿Quiénes son las que vinieron obligadas?
—Pregúntele a ellas, ya no tienen miedo,
seguro que van a hablar.
Fue Carmona el que recogió las declaraciones. Las mujeres fueron
soltando sus historias, algunas llegaron por su cuenta, otras fueron pescadas
por un grupo que tenía la madama a su servicio para esos menesteres, el grupo
era una señora mayor a la que llamaban la señora Oribe, que fingía ser una
ricachona, necesitada de ayuda en su casona de Buenos Aires y las contrataba
como mucamas, pronto las chicas se daban cuenta del engaño y si intentaban
escapar, los dos muchachos integrantes
del grupo, las hacían obedecer, eran
unos matones encargados de calmar a golpes a las chicas que se ponían difíciles.
Por el momento necesitaban encontrar al trío,
seguramente ellos ya sabían de la muerte de Maite y se habían resguardado en
algún aguantadero.
Las mismas chicas dieron datos y los
encontraron en una villa del Gran Buenos Aires. Sin embargo, los datos que
aportaron no sirvieron para aclarar el crimen de la madama, ese día, ellos regresaban
en micro desde Mar del Plata, casualmente el horario posible del crimen,
coincidía con la llegada a Retiro. Quedaron
libres por el momento, pero deberían responder por las denuncias de algunas
chicas.
Entre las fotos de las mujeres que se
mostraban en el salón de espera, Garmendia pidió a Nene que lo ayudara a reconocer,
si todas ellas seguían trabajando en el
“El faro Rojo”.
Garmendia preguntaba nombres, sólo tres ya
no figuraban en el prostíbulo. Dos
escaparon juntas y por lo que conocía Nene, vivan en Brasil, comenzaron otra
vida lejos de los burdeles. La tercera,
la habían traído del sur engañada. Era castigada continuamente por los matones
de Maira, era una rebelde nata, con el último intento de fuga, fueron brutales,
debieron llevarla al hospital, la
dejaron abandonada en la puerta del Htal Fernández y huyeron a toda velocidad, un
transeúnte la asistió y entre varios la entraron a la guardia, pero falleció
unos días después.
La joven se llamaba Mariela Junco, era de Río
Gallegos, ninguno de sus parientes pudo explicar cómo había llegado a Buenos
Aires, pensaron que se había escapado con su novio, pero el joven desmintió
toda fuga. Lo detuvieron mientras averiguaban sus movimientos desde el día que
ella desapareció a la fecha de la denuncia de los padres.
Las
cámaras del aeropuerto demostraron que la jovencita subió a un avión acompañada
por una señora mayor, reconocieron a la Oribe y dos acompañantes que las
seguían como perritos falderos, ya en la ciudad se perdieron sus rastros. Los
padres de mariela no lograban entender
cómo se dejó engañar siendo una chica inteligente y buena. Garmendia sospechaba
que la muerte de Mariela y las de Maite y Oribe, una semana después, estaban
relacionadas. ¿Pero cómo comprobarlo?
El detective se encontraba en su oficina
cuando unos golpecitos en la puerta anunciaron visitas, era Nene, Estaba
furiosa porque habían clausurado “El
farol rojo” y desahogó su enojo con Garmendia que la escuchaba mudo.
—Diga algo, ¿por qué cerraron el salón?
—No fuimos nosotros, es el juez quien ha
dado la orden…
—¿Y nosotras qué? Tenemos que trabajar
—Nene daba vueltas por la oficina con movimientos nerviosos— diga algo
Garmendia, ¿Por qué?
—Muy simple señora, hay un crimen y hasta que no se aclare va a
permanecer así…
Entró Carmona a paso apurado e interrumpió
el enojo de Nene. Casi a los gritos exclamó:
—La encargada de pescar a jovencitas inexpertas
fue encontrada muerta en una casita de la villa “La Cárcova”.
Garmendia y Nene quedaron sin palabras.
—Según declaraciones de los vecinos en esa
casa vivía un hermano de la Oribe, pero
él nada pudo aportar, trabajaba en el Correo y la encontró al llegar a su casa luego de su
jornada diaria —así declaró el hermano— sus compañeros confirmaron que no
abandonó en ningún momento sus
obligaciones. Su muerte era igual que la de la madama, golpes y ahogo.
Los dos crímenes se complicaban y eran
pocas las pistas, tanto Garmendia como Carmona
pensaron en las dos chicas que se fueron a Brasil, urgentemente pidieron
información y desde San Pablo las
primeras investigaciones recibidas, no ofrecían dudas, las chicas trabajaban en
diferentes restaurantes de la zona y desde su llegada, un año atrás, nunca
salieron del país vecino.
Las pistas no arrojaban soluciones,
pensaron en los padres de Mariela, pero los descartaron eran personas muy
mayores, imposible que tuvieran la fuerza para golpear y ahogar a Maite y a la señora Oribe que eran altas y robustas.
La primera pista llegó de la mano de un
chico de la villa “La Cárcova”. Declaró
que mientras jugaba en la calle, se acercó un joven musculoso y le preguntó por la casa del señor
Oribe, el que trabaja en el Correo, le dijo. El chico señaló la casa.
Las primeras calles de entrada a la villa
son asfaltadas y tienen cámaras, por ellas descubrieron un hombre joven que
caminaba mirando las casas y buscando lo que parecía ser; una dirección. El joven coincidía con los datos que había señalado el chico…
¿Pero quién era?
Las mujeres del Burdel fueron las primeras
en reconocer al joven, fue Nene la que
ofreció una pista.
—Se parece a Lucas, el hermano de Mariela
-----dijo en un susurro.
—Si es él —confirmaron una a una las
compañeras.
—Mientras Mariela estuvo internada el
hermano, voló a Buenos Aires y se alojó en el “Faro rojo” —dijo otra—es
inconfundible, tan alto y musculoso, todas lo conocimos.
Se dio aviso a la policía de Rio Gallegos y
el joven fue detenido y trasladado a Buenos Aires.
Lucas confesó que mientras estuvo en la
ciudad y alojado en el burdel conoció a la Oribe y las chicas le contaron cuál
era su accionar y le dieron su posible dirección, así que fue a la casa con
intenciones de vengar a su hermana, cuando llegó la puerta estaba sin llave,
entró y encontró a la Oribe muerta. Quedó detenido hasta que se aclarara su
situación.
Garmendia daba vueltas en su oficina, se lo
notaba nervioso, se acercó al ventanal que reflejaba la soledad de una siesta de un pesado verano y dijo entre dientes:
—Estamos en cero y con dos crímenes.
La voz de Garmendia demostraba la furia que
lo ganaba desde las entrañas.
—¿Y de los dos matones qué sabes? —pregunto
Carmona.
—Nada.
De pronto, se volvió a Carmona y le dijo:
—Vamos al “El faro rojo” se me ocurrió una
idea.
Las calles vacías de un enero caluroso, les dieron paso sin problemas, media ciudad
estaba de vacaciones.
El local estaba clausurado. Con una ganzúa
entraron.
En el costado separado del local, había una
puerta que llevaba al fondo, allí estaban las piezas de las chicas. Solo Nene y
Liliana estaban en la casa. Por ellas Garmendia confirmó lo que le había
parecido ver, que el local tenía cámaras sutilmente escondidas en el frente y
en el saloncito de entrada. La mayoría
de los burdeles no poseen cámaras para cuidar la privacidad de los clientes.
Con las filmadoras corroboraron lo del auto
blanco y rescataron la cara del tipo que lo manejaba, pero ¿quién era?
Los ojos de Nene se llenaron de lágrimas.
—¡Sé quién es ese hijo de puta! —Dijo con
furia— Claudio Fuentes Guerra, un mexicano que fue hace mucho tiempo socio de
Maira. Fue quien me trajo aquí, primero me enamoró con sus modos y su hablar
fino, le creí todas sus patrañas y cuando reaccioné ya estaba dentro de “El
farol Rojo”.
—¿Hace mucho que no lo veía?—preguntó
Garmendia.
—Si —dijo Nene— tanto que lo creí muerto,
Maira ordenó a sus patoteros que lo sacaran de circulación, la escuché dar esa
orden y Claudio desapareció del ambiente, la esposa lo vino a buscar creyendo
que estaba escondido aquí, lo cierto es que ni la mujer ni nosotras sabíamos
dónde estaba, creo que es el único con serios motivos para matar a la madama.
La voz de Nene sonó clara y firme.
—¿Por qué lo dice?
—Nuestra encantadora madama lo dejó en la
calle.
Garmendia arqueo las cejas en un gesto de
sorpresa, Nene prosiguió:
—Él fue quien puso el dinero para crear
este burdel, aparte tenía debilidad con Maite, ella lo manejaba a su antojo,
Claudio traía dinero del exterior, sus relaciones con un
cartel de Colombia y algunos mafiosos de México le daban carta abierta para
moverse en todo el país, Maite lo metió
en deudas hasta fundirlo y cuando él
comprendió que lo usaba y se quiso alejar, La madama no se lo permitió y
ordenó su muerte. ¿Cómo consiguió escapar a los matones no lo sé?
—Puede que sea cierto y acá aparece la Oribe.
¿Por qué matarla?
—No sé, eso es un tema suyo averiguarlo Garmendia.
Respondió Nene con una sonrisa burlona.
Informaciones desde Colombia dieron por cierto
que Fuentes Guerra entró en ese país en
el 2015, por la frontera con Venezuela y de allí se perdió su rastro. Las autoridades de Colombia y de Brasil
sabían de sus salidas y llegadas a
Buenos Aires, pero no dieron aviso a las autoridades Argentinas, lo consideraron
sin antecedentes, claro que sus amigos internacionales lo ayudaron.
Garmendia se encontraba en un berenjenal confuso,
sin embargo fue Nene quien le brindó una idea importante, buscar a la ex esposa
de Guerra, ella no tenía ningún tipo de antecedentes.
Sara Cantero era dueña de una casa de modas
y relacionada con la alta sociedad de Buenos Aires. Vigilaron la casa de modas
y su domicilio particular. No tardo en aparecer el mexicano.
Por averiguación de antecedentes fue
detenido. Negó toda vinculación con Maite, pero al mostrarle el video de su
entrada y salida del “El farol rojo” no pudo dar una explicación lógica. La
pregunta fue porque había dado muerte a las dos mujeres. Se negó a declarar.
Al investigar sobre el pasado de Guerra,
surgió una pareja anterior a la de la actual señora Cantero. De esa relación
nació una niña. Luego de varias denuncias por violencia familiar la mujer huyó
al sur del país, llevándose a su pequeña. La niña llevaba el apellido de su
madre, quien después de unos años la dejo a un matrimonio que la crió como
propia.
Las cosas se iban entretejiendo, pero a la
vez aclarando; al investigar salió a la luz que esa niña era Mariela Junco, hija del mexicano.
Guerra ya en pareja con su nueva mujer,
buscó silenciar la presencia de Mariela,
ofreció al matrimonio que la cuidaba dinero suficiente para que vivieran
cómodamente y que a la niña no le faltara nada. Mariela sabia su origen y quién
era su padre y mantenía contacto telefónico con Guerra, pero no sabía en qué
país estaba viviendo.
El odio de Maira por Guerra no se calmó al
paso de los años, por el contrario, sabía de su hija y la buscó por cielo y
tierra. Al encontrarla mando a la Oribe y a sus matones a traerla con el embuste de que su
padre la necesitaba y que estaba enfermo. Mariela creyó y ese fue su fin.
Antes de morir ella le confesó a su medio
hermano Lucas por qué había aceptado viajar a Bs Aires y al ser detenido Lucas
confesó lo que Mariela le había relatado.
Los crímenes de la Madama y la Oribe tuvieron
un mismo motivo; la venganza de Claudio Fuentes Guerra por la muerte de Mariela Junco, él mafioso amaba a
su única hija, hubiera dado su vida por ella y Maite lo sabía, por eso inventó
un crimen tan cruel.
La vida de la joven fue nefasta, abandonada
por sus padres, encontró la muerte de la forma más trágica a manos de los
matones del burdel, quienes fueron condenados a perpetua por el juez a cargo.
—Mi existencia ha sido un desastre desde
pequeño, la calle y la droga me convirtieron en un mafioso, sólo Mariela y mi
actual mujer han sido lo único puro que me dio la vida, con ellas pensaba
retirarme a un pueblo alejado de Italia y disfrutar en paz, pero esa maldita
mujer, Maite, no conforme con traicionarme y dejarme en la calle le dio muerte
a mi hija —Guerra contuvo el llanto— y tengo soplones que me dijeron que tenía
a Sara entre ojos para darle muerte, Maite era una mujer llena de odio y su
ladera, la Oribe era igual.
Las declaraciones de Guerra conmovieron al
juez y a los fiscales presentes, nadie supo si era un artista o verdaderamente
sufrió tanto como dijo.
Pero sus conexiones con la mafia están en
todos lados, por eso a nadie asombró
demasiado lo que sucedió días después.
Guerra escapó de Comodoro Py, cuando era
conducido a declarar, nadie de los presentes pudo explicar cómo logró
escabullirse de sus guardias y se dispersó entre un grupo de manifestantes. Un coche blanco lo esperaba y al salir a toda
velocidad, aparecieron varios coches mellizos al de Guerra que confundieron a
los policías se dispersaron por varias
salidas de la ciudad, solo uno, el verdadero llegó a Rosario y de allí se le
perdió la pista.
El farol rojo volvió a abrir sus puertas
con una nueva Madama; Nene Solís.
A Garmendia y a Carmona les dieron
vacaciones por un mes, y con paradero desconocido.