Jimena se detuvo frente
a una vidriera. Presintió que alguien la miraba, de reojo notó que era un
hombre, sospechando un posible avance, se alejó y apuró el paso, entró a una
cafetería. Tomó asiento y observó que
ese alguien; se acercaba a ella.
—Hola señorita Jimena.
¿Se acuerda de mí?
Lo miró sin responder. Claro
que lo recordaba, era el detective Garmendia.
—Diez años no son
tantos, usted luce igual…—dijo él con una sonrisa.
Garmendia había sido el
encargado de investigar el robo de las joyas de Emma Smimov, y en el que ella
fue la única acusada. Una semana presa, en que agotaron con preguntas a su
anciano padre, que no entendía nada de lo que estaba sucediendo. Dieron vuelta
su casa, investigaron su cuenta bancaria, la hallaron tan flaca que no ofrecía
dudas; era una dama de compañía más pobre que una laucha.
Garmendia sonreía, le
dijo:
—Puedo sentarme. La
invito a un café.
Jimena asintió con un
gesto, sin bajar los ojos, fijos en los
del detective.
Garmendia hizo un gesto
al mozo y volvió a sonreír.
—¿Qué es de su vida
señorita Jimena?
—¿Qué quiere saber?
Trabajo, soy empleada en una empresa.
—¿De joyas?
La rabia le sonrojó las
mejillas.
—Usted siempre tan
irónico Garmendia, cuando se va a convencer que yo no robé esas joyas y que esa
historia de la bisabuela rusa que fue amante del Zar Nicolás, es una novela
cursi que inventó la vieja Emma.
Quedaron en silencio al
acercarse el mozo. Jimena doblaba la servilleta y miraba por el ventanal los
rayos del sol que jugaban entre las ramas de los árboles. De pronto, dijo:
—Seguramente la vieja,
las guardó en la caja de seguridad de algún banco y lo olvido.
—Eso lo
investigamos y no encontramos cajas a su nombre, sus hijas se encargaron de
recorrer bancos y nada encontraron.
Jimena
frunció la boca y dijo:
—¡Sus
hijas! Dos picaras interesadas.
El silencio entre los
dos se cubrió de cerrojos con olor a secreto, a años de rabia contenida entre
ellos. Garmendia la observaba esperando el pequeño indició de de temor.
—¿Y ahora que busca
detective, el caso fue un hurto, ya debe haber vencido y usted sigue buscando
un culpable en la persona equivocada.
—No Jimena, es verdad
que he seguido este caso por años y esa búsqueda dio resultado; hace poco
encontramos en una joyería de la calle Libertad
los rubíes que estaban montados en una de las pulseras que denunció la
señora Emma.
Ella lo miró burlona.
—¡Mire qué bueno! Ya
tiene una pista, algo tarde pero es un inició de una nueva investigación. ¿Cómo
puede estar seguro de que son los rubíes
de aquella pulsera?
El detective inclinó la
cabeza y siguió hablando:.
—Para eso están los
especialistas. Los rubíes fueron vendidos en Uruguay y el comprador los trajo a
la Argentina.
Jimena no pudo evitar la
inquietud de sus manos y se movía de un lado a otro en su asiento. El detective
prosiguió:
—Y los detalles de la
mujer que los vendió dan justo con sus datos, morena, alta, de unos treinta y
cinco años y con el tatuaje de una rosa en la mano derecha. ¿Qué casualidad, no
le parece?
Jimena no lograba
controlarse, cruzaba y descruzaba las piernas, intentó ponerse de pie y
Garmendia le dijo:
—Siéntese, no
pienso reabrir el caso, ya estoy
retirado y solo tengo curiosidad, ¿de qué forma sacó las joyas sin que Emma se
diera cuenta y dónde las escondió?
—¿Su orgullo de
detective que se las sabe todas esta herido verdad?
—Si, es verdad, no puedo
entender que un caso tan simple se me fuera de las manos. ¿Y dónde están las
demás joyas?
Jimena se puso de pie y
dijo:
—Pronto va a tener
noticias mías, hoy no, estoy apurada. ¿Su email sigue siendo el mismo?
Él asintió con un gesto
y la miró marcharse, Jimena había dejado el café sin tocar sobre la mesa y a
Garmendia con una rabia que le brotaba en chispas por los ojos.
Meses después el
detective recibió un email que decía:
“Garmendia: Estoy fuera del país y lejos de
sus garras. La señora Emma Smimov era mucho más inteligente de lo que
aparentaba, tras su sonrisa tímida e inocente y su tartamudeo que también era
fingido, se escondía una mujer de gran imaginación. Ella preparó el robo al
enterarse que sus hijas viajaban a Buenos Aires, después de cinco años de
permanencia en Portugal y que en ese tiempo nunca la habían visitado, ni
escrito una carta; regresaban, con la única idea de llevarse las joyas y
venderlas a un coleccionista ruso. Emma, no lograba entender que para sus hijas
lo único importante fuera el valor de esas joyas que eran su tesoro y su
recuerdo de otro mundo lejano del que su abuela le había hablado tantas veces
en su niñez. En ningún momento, sus
hijas, pensaron en acompañarla, venían a llevarse las joyas, porque a ellas les correspondían por herencia
y derecho, esas fueron sus palabras. A partir de esa conversación la vieja no
dormía, la angustia la mantenía insomne.
Tal
vez fue el desencanto y la rabia acumulada, lo que le provocó el infarto. Ella fue internada y en una de esas noches mientras
la cuidaba, me dijo que ya había ideado, cómo debía sacar las joyas de un
entrepiso falso en un mueble de su dormitorio, ella conocía mis graves
problemas económicos, en ese momento mi padre estaba con serios problemas de
salud y Emma consideró que ese dinero me hacía falta, mucho más que a sus hijas,
sería una forma de burlarse de ellas y de su egoísmo. Usted se preguntará: ¿Por
qué no las hallaron en las requisas que realizaron en mi casa? Los barrotes de
mi cama eran huecos, allí puse el tesoro ruso. Ya sabe la verdad, espero que
pueda dormir tranquilo. ¿No se esperaba este final verdad Garmendia? Usted que
siempre fue cazador, esta vez fue cazado.
Cariños.
Jimena”.
La carcajada de
Garmendia escapó escandalosa por la ventana y no sorprendió a sus vecinos que
desde hacía tiempo pensaban que el detective era un tipo muy raro y algo loco.
La relación entre Jimena y el detective esta llena de tension, lograste desarrollar a los personajes de manera convincente, y la revelacion final sobre el robo de las joyas es un giro ingenioso e inesperado! buena saga, amiga. Un besito.
ResponderEliminarMe alegra que te guste este inspector algo raro y un tanto diferente a la mayoria. Gracias tus palabras me alientan.
EliminarAbrazo.
This is a whole lot but interesting.
ResponderEliminarCheck out my new post:
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