Desde
la ventana del segundo piso la lluvia era una cortina transparente, Garmendia y
Carmona disfrutaban de la belleza de ver la ciudad bajo el agua.
Apuntaba
a ser una jornada tranquila, hasta Mendieta, el jefe, desapareció del mapa en
aquella mañana. La tranquilidad no duró mucho, la fiscal Salvita, apareció de
pronto. El impermeable empapado y el pelo le llovía goteando sobre la cara, y
dijo a boca de jarro y sin saludar.
-Apareció
una mujer baleada sobre la vereda de la
calle Quesada… dicen los vecinos que debe ser una bala perdida.
Carmona
miró la dirección y dijo:
-En
ese barrio es raro una bala perdida, es una zona tranquila.
-Vamos
a ver – dijo la fiscal- es raro, pero ha sucedido…
Llegaron
y los vecinos aún se encontraban reunidos a pesar de la lluvia, la ambulancia
se había llevado el cuerpo de la mujer.
Una
anciana lloraba desconsolada abrazada por una vecina, alguien le comentó a
Garmendia; es la tía de la muerta. Se acercó a ella, no sabía por dónde
comenzar, la muerte le seguía produciendo angustia, y en una persona joven era
peor aún.
-Señora,
perdone mis preguntas, pero debo hacerlas… ¿qué sucedió?
Con
voz entrecortada la mujer dijo:
-No
sé, yo dormía, entre sueños escuché la voz de Sara diciendo; “en seguida vuelvo…”al rato me sobresaltó un
disparo, corrí a la calle, desesperada y en la esquina la vi, ya estaba muerta,
fue instantáneo.
-¿Vieron
a alguien cerca?-preguntó la fiscal.
-No,
pronto se llenó de curiosos.
La
mujer no tenía fuerzas para hablar, los tres la acompañaron a la casa. La misma
vecina que la abrazaba en la calle preparó café.
Garmendia
preguntó:
-¿Qué
pudo hacerla salir de la casa a esa hora y bajo un diluvio?
-¡La
habrá llamado ese desgraciado! -la vecina acentuó las palabras con rabia.
Carmona
fue rápido y preguntó:
-¿Quién
es el desgraciado?
-El
ex marido -respondió la tía- ella lo dejó porque estaba siempre borracho, no le
gustaba el trabajo, durante tres años lo mantuvo, siempre encontraba un
pretexto para dejar los empleos que ella le conseguía.
-¿Dónde
vive el tipo? -preguntó la fiscal.
-A
tres cuadras de acá, se llama Cesar Caride, dale la dirección Tere.
La
vecina obedeció, escribió en un papel y lo entregó a Salvita.
Al
salir había dejado de llover.
La
dirección daba un pasillo que comunicaba a tres departamentos. Las latas de
cerveza y papeles, que la lluvia había pegado a las baldosas, mostraban el
abandono en que se vivía en ese inquilinato. El número tres pertenecía a Caride,
tocaron timbre, golpearon la puerta, nadie respondió.
-¡¡Habrá
o tiramos la puerta abajo!!- la voz de la fiscal fue un trueno.
Minutos
después un personaje increíble apareció, desprolijo, pelo largo y sucio, era un
hippy venido a menos.
-¿Qué
pasa? -la voz pastosa denunciaba la borrachera feroz de la noche anterior.
Mostraron
sus credenciales y la fiscal lo empujó y se metió en la casa con los detectives
detrás. Caride quedó a un lado sin entender que pasaba, la fiscal le pidió que
se sentara y ella tomó asiento frente a él, el cuarto olía a basura rancia y a
humedad.
Mientras
Garmendia y Carmona revisaban cada rincón en busca de un arma, la fiscal hacía
las preguntas de rigor.
-¿Dónde
estuvo anoche?
-Acá
durmiendo, salí a buscar algo para cenar y estaba todo cerrado, así que me
acosté sin comer.
-¿Tiene
armas?
El
hombre dudo, quedó mirando a la fiscal sin saber que responder, se levantó y a
trancos largos recorrió varias veces el cuarto.
-No
sé, usted me confunde con sus preguntas, estaba dormido y me sobresalté con sus
gritos.
Volvió
a sentarse, se agarró la cabeza con las manos y dijo:
-No
sé nada, mi cabeza es un caos…
Caride
quedó en silencio, Salvita le hizo señas a Pedro de que no hablara, dejó pasar
unos minutos y preguntó:
-Su
esposa… ¿de ella se acuerda?
-Si,
la muy turra me echó de su casa, porque se cansó de mí, seguro que debe andar
con algún tipo y yo molestaba.
-¿Por
qué te rajó de su casa? -la voz de la fiscal fue suave al preguntar.
-Ya
le dije se cansó de mi -se retorcía las manos, por momentos miraba a un lado a
otro, parecía estar perdido.
-Hay
que llevarlo -exclamó la fiscal.
-No
hay armas en la casa -dijo Carmona.
-Ya
llegó el móvil policial, vamos Caride – lo esposaron y lo llevaron hasta el
coche.
La
fiscal se fue en su auto, Garmendia y Carmona volvieron al departamento. Revisaron
nuevamente cada mueble, nada hallaron. Pedro entró a la cocina, los restos de
comida de varios días en la pileta le revolvieron el estómago, abrió cajones,
nada encontró. A un costado un tacho con residuos y botellas vacías, desbordaba
de mugre, lo dio vuelta y para su sorpresa, entre restos de comida y basura
cayó una Bersa 9mm. Con un trapo de cocina la levantó y la colocó en una bolsa
plástica. Cerraron la casa y salieron.
Caride
negó haber disparado contra su mujer, observaba el arma que le mostraba
Garmendia como si fuera un bicho muerto.
-No
sé, creo que es mía, pero no recuerdo nada, esa noche salí a buscar comida,
estaba todo cerrado y creo que llamé a Sara para que me trajera algo -el tipo se
notaba perdido, le costaba hablar, el alcohol todavía lo tenía dominado- si, la
llamé y ella me dijo que era un inconsciente que eran las cuatro de la mañana.
Se
recostaba en la silla cerraba los ojos, por momentos se dormía, le dieron café
cargado y pareció reaccionar.
-¿Llevaste
el arma? -Pregunto Carmona.
-Si,
ella venia a mi casa y yo iba a la suya, nos encontramos en la esquina, me
entregó un paquete con comida y yo quise asustarla con el arma -se agarró la
cabeza y comenzó a aullar como un demente- quería asustarla, nada más… la bersa
se disparó sola, yo no disparé, fue el arma que la mató- siguió aullando como
un animal herido.
-Maldito
alcohol -dijo Pedro- tiene el cerebro comido, quién sabe que decida el juez, o
cárcel o psiquiátrico.
-¿Y
si está fingiendo? -Dijo Carmona.
-Al
juez no lo va a engañar, ya veremos qué va a suceder…
Caride es un irresponsable, todas sus decisiones conducen pues a crear una tragedia. Y alli lo raro, ¿como es que las mujeres se enamoran de estos personajes? habiendo tantos hombres, libres de vicios y trabajadores.
ResponderEliminarLamentablemente a veces creo que es la norma que las mujeres escogen a los peores para enamorarse, desdeñando a los mejores partidos.
Gracias por leer y comentar. Ciertas mujeres suñar con cambiar a los personajes torcidos que llegan a su vida... por qué?
ResponderEliminarNo lo sé, quieren sentirse salvadoras y como dice el tango: "Un gil que alzó un tomate y lo creyó una flor..." pasado al femenino.
mariarosa
Quiero saber si lo metieron a la cárcel, al muy desgraciado. Ficción o realidad es igual de cruel cuando se trata de hombres mantenidos y mujeres agredidas. En México es el pan de cada día.
ResponderEliminarBuen texto.
Te dejo un beso
Hola Jova, el muy desgraciado quedó en manos del juez, si fue a prisión alli debe estar todavia y si lo metieron en un psiquiatrico su destino va a ser peor que la cárcel, de una forma u otra, las va a pagar.
EliminarGracias por pasar a leer y comentar.