La
primavera vestía de lila las veredas del Parque Los Andes, los jacarandas en
flor eran una pintura que lograba que Garmendia y Carmona olvidaran sus
preocupaciones ante la belleza natural que los rodeaba. Iban en silencio, de
pronto Garmendia preguntó:
-¿Cómo
pueden robar en una casa con tanta seguridad y personal de vigilancia?
-Tiene
que ser alguien del grupo que tiene a su cargo las cámaras de entrada y salida
-respondió Carmona- no es la primera ni será la última que los vigiladores son
los que roban.
-Te
parece que se van a arriesgar a semejante robo, está difícil el asunto…los
Zapiola Funes son gente muy rica y cuando se descubra a los culpables les van a
hacer pagar con sangre su audacia…y nosotros metidos en este lio por idea de
Mendieta, ¿qué te parece?
-Me
parece mal, es seguro que quiere quedar bien con sus amigotes del gobierno,
pero él no se ocupa, nos manda a nosotros…
Siguieron
en silencio, cada uno meditaba que bueno sería estar en el bar del gallego
tomando una cerveza helada en vez de ir a la casa del tal Zapiola.
Los
recibió el mismísimo Santiago Zapiola Funes su gesto adusto daba a entender la
furia que reprimía. Los hizo pasar a su escritorio, cerró la puerta y les
mostró la caja fuerte, abierta y vacía.
-No es
solo el dinero, pesos y dólares, las joyas eran de gran valor, también se
llevaron documentos muy importantes, escrituras, planos…
-¿Planos,
escrituras? -repitió Carmona, abriendo los ojos.
-¡Planos,
escrituras, si! -Santiago lo miró con gesto adusto- ¿le parece que no son
importantes?
Nadie
respondió.
Zapiola
tomó asiento tras su escritorio, respiraba agitado, sus ojos saltaban de
Carmona a Pedro. Garmendia dio vueltas por el escritorio, observando los
detalles, nada parecía estar fuera de lugar o alterado.
-¿Quienes
conocen la combinación de su caja fuerte?-preguntó Garmendia.
-Mi
esposa, yo y nadie más…no va a pensar que mi esposa va a realizar un robo… ¿por
qué lo haría? -la voz de Zapiola se elevó alterada.
Se lo
notaba fuera de sí.
-No estoy
acusando a nadie señor Zapiola, pero debo hacer preguntas para saber dónde
estamos parados. ¿Quienes viven en la casa?
-Mi
esposa, mi secretario y el personal de servicio.
-¿Hay en
el personal de servicio gente nueva?
-No, la
mayoría lleva más de diez años trabajando en casa y mi secretario hace un año
que está conmigo y es de absoluta confianza…
Fue
Carmona el destinado a investigar al personal, Garmendia mientras tanto se
dedicó a conocer a la esposa, Silvia era una mujercita tímida, se deslizaba por
la casa sin siquiera mover el aire, ante las preguntas respondía con
monosílabos, cuando su esposo estaba presente le costaba armar una frase
completa, se cohibía y antes de responder, lo miraba a él, como pidiéndole
autorización para hablar.
El secretario
Juan Zamudio, era abogado y por la manera en que miraba a su jefe, demostraba
que no le tenía simpatía, ante este panorama, Garmendia no sabía por dónde
comenzar, era un grupo difícil y el que manejaba a todos era Zapiola.
Al día
siguiente Carmona se quedó dormido, había trabajado hasta tarde investigando al
personal de servicio, pero nada encontró, tenían buenos antecedentes y ningún
tipo de problema policial. Al llegar a la oficina Garmendia lo esperaba con una
novedad.
-Averiguando
los antecedentes del secretario de Zapiola, descubrí que es de Trenque Lauquen…
- ¿Y eso
que tiene de raro?
-Que los
planos y escrituras que le robaron -dijo Zapiola- son de campos en esa zona… y
que Zamudio no es su verdadero apellido, sus documentos son falsos.
-¿A dónde
querés llegar?
-Cuando
le pregunté a Zapiola por su secretario me dijo; es un abogadito recién
recibido, vino a estudiar a Buenos Aires, desde Corrientes, ¿por qué le mintió?
-¿Y si
Zapiola se confundió?
-No se confundió,
la esposa, dijo lo mismo, el abogadito mintió… ¿por qué?
Durante
el día se dedicaron a investigar a Zamudio. Se confirmó que era de Trenque
Lauquen y que pertenecía a una familia rica venida a menos, su verdadero
apellido es Castilla Bermúdez. Nada más lograron averiguar. Decidieron que sería
bueno viajar a Trenque Lauquen.
-¿Pero a
dónde vamos a ir, no sabemos de qué ciudad es este tipo? -dijo Carmona.
-Ya lo averigüé,
es de Beruti, así que mañana tempranito viajamos.
La cara
de Carmona demostró su desagrado.
-Son más
de 500 km, ¿estás seguro, vale la pena?
-Olfateo
que sí, las mentiras de ese abogadito me llamaron la atención, algo oculta,
vamos a averiguar que es…aparte es la única pista que tenemos.
-No me
parece una pista…
-A mí sí.
Con
fastidio, Carmona aceptó las palabras de Pedro.
En las
primeras horas de la tarde llegaron a Beruti, se registraron en un hotel y
salieron a recorrer la ciudad. No habían almorzado, así que entraron en un bar
a comer algo.
-¿Cuál es
tu idea de este viaje?-Preguntó Carmona mientras tomaban asiento y todavía
molesto por la discusión del día anterior sobre el viaje.
-Veremos,
comenzaremos por averiguar entre la gente del lugar.
El mozo
miraba intrigado a los recién llegados, como en todo pueblo chico las caras
nuevas hacen desconfiar, Pedro aprovechando su curiosidad comenzó una charla.
- ¿Me
permite una pregunta? -dijo mirándolo a los ojos, para ganar su confianza.
El mozo,
asintió.
-Tenemos
idea de comprar terrenos por la zona, vimos varias hectáreas sin producción,
qué sucede… ¿es mala la tierra?
-No
-respondió el mozo con énfasis- lo que sucede que desde hace unos años las
mejores tierras cambiaron de dueño y el nuevo propietario tiene paralizada la
siembra.
Garmendia
puso cara de asombro.
-¿Quién
es el que no quiere sembrar y por qué?
-Se llama
Zapiola, no sabemos cuál es su interés en tener esos campos dormidos, se habla
en el pueblo que algo turbio debe haber.
El mozo
ya se retiraba cuándo Carmona le preguntó:
-¿Quién
era el anterior dueño?
-El viejo
Castilla, es vecino y nadie del pueblo entiende porque vendió y por lo que se
cuenta, le deben haber pagado una miseria, ya que vive muy humildemente.
- Que
historia… -dijo Carmona- ¿nos puede recomendar una inmobiliaria de confianza
por la zona?
El mozo
quedó pensando y al fin dijo:
-Mire los
Astudillo son los más antiguos en el pueblo, son gente seria, ellos los pueden
aconsejar como nadie…
-Gracias
dijo Garmendia- pagó y dejó una generosa propina.
Al salir,
Carmona dijo sonriendo:
-Vaya que
generoso, le dejaste una gratificación que vale para un almuerzo.
-Hay que
dejar un buen concepto, podemos volver a buscar más información y ya tendremos
la puerta abierta…
Rieron
juntos y marcharon directo a la dirección que le había dado el mozo. El nombre
Astudillo grabado en la puerta de entrada los recibió con luces encendidas en
los cristales.
Una joven
amable los hizo pasar, pidieron hablar con el señor Astudillo, ella desapareció
tras una puerta y a los pocos minutos apareció un señor de unos sesenta años, y
luego que tomaron asiento les preguntó qué necesitaban.
No dieron
vueltas, hablaron sinceramente y mostraron sus credenciales de policías, el
señor Astudillo en un primer momento pareció dudar, luego les dijo lo que sabía:
-Parece
ser que el nuevo dueño ha firmado contrato con una empresa extranjera, van a
levantar una planta para procesar basura, no solo van a contaminar el aire, van
a levantar casas para sus empleados, que ya avisaron en la municipalidad que no
serán argentinos.
-Qué
quiere decir -preguntó Carmona.
-La
empresa es China y los obreros también, trabajaran bajo las leyes de su país,
es decir, crearan un mundo aparte, maquinarias, obreros, empleados, materia
prima chinos, y por lógica se llevarán las ganancias, solo recibirán beneficios
los que firmaron contrato con ellos.
Garmendia
y Carmona quedaron mudos, nunca se hubieran esperado semejante noticia.
-Les
puedo asegurar que el viejo Castilla no tiene nada que ver con esto, lo
engañaron con un folletín de inversiones extranjeras para la cosecha de la soja
y él creyó, tampoco le pagaron las tierras, simplemente se las robaron.
-¿Cómo
sabe todo esto? Es demasiado peligroso para que se lo hayan contado los nuevos
dueños…
-Tengo
mis contactos en la municipalidad, usted comprende que nada de esto se puede
realizar sino está permitido por algún pez gordo del gobierno- Astudillo se
puso de pie- entienda que usted no se ha enterado por mi… ¡yo voy a negar todo
lo que pueda comprometerme!
-¿Hay
gente en la municipalidad que puede dar fe que este sucio trato?
-Sí, pero
la auditoria debe venir del gobierno central, si no, no creo que ningún
empleado o superior se arriesgue y atestigüe.
Regresaron
al hotel con la cabeza llena de ideas, era todo demasiado complicado y el poder
estaba metido en el medio. Arreglaron para visitar a Castilla en la mañana
siguiente.
El padre
de Juan Bermúdez o Zamudio era su vivo retrato con treinta años más. Los
recibió con amabilidad y cuando le explicaron el caso, creyó que venían de
parte de Zapiola para acusarlo a él y a su hijo del robo de las escrituras y
planos.
-Señor
Castilla, en un primer momento vinimos a buscar pruebas contra su hijo, pero al
conocer otra realidad vamos tratar de ir hasta el fondo de este negociado tan
sucio.
Castilla
se tranquilizó, pero en sus ojos se notaba un dejo de recelo contra los
visitantes, a pesar de sus dudas confirmó todo lo dicho por Astudillo, les
mostro viejos planos y comprobantes de la entrega de las tierras firmadas por
sus abuelos y el gobierno de Julio A Roca, junto a papeles actuales, emails de
Zapiola, donde le aseguraba que en las tierras se cosecharía una nueva soja de
crecimiento rápido y más productiva, cargaron en sus celulares las fotos de
esos documentos y regresaron al hotel.
No
necesitaron más. Regresaron a la capital y presentaron a Mendieta los informes
y fotos del caso.
Con una
orden del juez de turno, presente en el lugar, dieron vuelta la casa de Zapiola,
Juan Bermúdez fue detenido, declaró lo que ya todos suponían que él fue quien efectuó
el robo. Todo estaba en la caja de seguridad de un banco, a nombre de la esposa
de Zapiola, ella había ayudado al joven a recuperar lo que pertenecía a su
familia.
-Que
extraña la actitud de la esposa de Zapiola…-comentó Carmona cuando regresaban
del allanamiento.
-Zapiola
la tenía dominada y se cansó, seguramente ella sabía lo turbio de las
actuaciones de su marido y optó por joderle la vida, cuando una mujer se cansa
de ser sometida suele suceder lo peor.
-¿Qué va
a pasar con Bermúdez? -preguntó Carmona…
-Seguramente
nada, el juez analizará el caso y lo más lógico es que lo deje en libertad…y
seguramente las tierras volverán a su verdadero dueño el señor Castilla.
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