Carmona
daba vueltas por la oficina, por momentos se detenía y miraba interrogante a
Garmendia que parecía estar sumido en un jeroglífico que no lograba descifrar.
—Me
parece que estás equivocado —exclamó Carmona— te parece que después de once
años alguien se puede tomar una venganza tan cruel…
—¿No fue
cruel lo que le hicieron a Ariel Zamudio?
—Si, pero
esperar tantos años, me parece que no es posible, es un tipo simple, incapaz de
semejante crimen.
Pedro
movía la cabeza intentando aclarar sus pensamientos. Había pasado mucho tiempo,
pero recordaba el caso con la claridad de aquella noche, no sólo había estado
presente, también había llorado junto a ese hombre desconsolado. “Silvia la
esposa de Zamudio cruzaba la calle llevando a su hijo de siete años tomado de
la mano, el semáforo estaba en verde, de pronto un coche dobló a gran velocidad
y los atropelló, el auto se alejó sin prestar atención a los dos cuerpos que
quedaron en el asfalto, las cámaras captaron modelo, color y patente.
Fue fácil
encontrar a la mujer que conducía, Celina Montiel Fuentes, estaba alcoholizada y
drogada, era una bomba de tiempo circulando por las calles. La joven era hija de un acaudalado
comerciante de la zona norte, con suficiente dinero y contactos para lograr que
su hija quedara en libertad. El fiscal Marini fue ciego y mudo ante semejante
crimen, el juez fue sobornado y pronto los diarios se olvidaron del caso y todo
quedó impune.
Se fueron
sucediendo casos extraños, al año, la muerte del fiscal en un accidente automovilístico,
el coche había sido robado y nadie vio al chofer un caso parecido al de la
muerte de Silvia y su hijo, sólo que está vez no hubo cámaras ni huellas que
identificaran al chofer.
Meses
después. Al juez le fallaron los frenos de su Audi y se llevó por delante una
casilla del peaje en la Panamericana, los frenos habían sido manipulados para
que se produjera el accidente, no se encontraron culpables.
¿Quién
iba a relacionar estos dos casos con la muerte de Silvia y su hijo?
Nadie.
Once años
más tarde, sucede la muerte de Celina, un asalto en la calle, dos balazos
pusieron fin a una vida inútil, ya que seguía siendo la misma alcohólica de su
juventud. Pero está vez hubo cámaras, el asaltante llevaba un pasamontaña negro
con un escudo pequeño del club Independiente en la parte de atrás, su rostro
quedó oculto, al alejarse algo llamó la atención de los investigadores, el
personaje era chueco, lo bastante para diferenciarse del común de la gente.
El jefe
Mendieta llamó a Garmendia y Carmona, ellos tenían suficiente edad para poder
reconocer a un asaltante con esas características, conocían al dedillo al mundo
del hampa que circulaba por la ciudad.
Garmendia
guardó silencio, se dedico a buscar a Zamudio, lo encontró en el mismo barrio
en el que vivió con su esposa, sus otros dos hijos ya adolescentes vivían con
él, uno de ellos comenzaba la secundaria y el otro se preparaba para la
facultad, una vida ordenada a pesar del dolor de no tener mamá.
Zamudio
recibió a los detectives, los hizo pasar a la cocina, cerró la puerta para que
sus hijos no escucharan, y negó tener conocimiento de los tres casos. Se quedó
de pie con los brazos cruzados, miraba a los detectives casi sin pestañear, el
dolor le había marcado la cara y su pelo lucia gris. Con voz serena les dijo:
—Me
dedico a trabajar y salir adelante, tengo un taller de chapa y pintura y con
eso voy viviendo y educando a mis hijos, no sé, ni quiero saber nada con esa
gente -miró a Garmendia a los ojos y mordiendo las palabras le dijo-
seguramente el castigo vino de arriba, la justicia de Dios es lenta, pero
llega.
Los
detectives salieron, subieron a su coche y se alejaron en silencio. De pronto
Carmona preguntó:
—¿Qué
opinas, le creíste?
—No.
—¿Viste
lo mismo que yo?
Garmendia
no respondió, se detuvo en la puerta del bar del gallego, entraron y pidió dos
cervezas, miró a Carmona y le dijo:
—Yo no vi
ningún pasamontaña negro con escudito de Independiente, ¿y vos?
—¿Qué le
vas a decir al jefe?
—Que no
encontramos ningún chueco, el único que conocimos murió hace once años.
(Sé que muchos me van a decir que Garmendia actuó mal, recuerden que esto es un cuento.)