¿Qué sucedía entre la fiscal
Suarez y Garmendia?
Se preguntaba Carmona.
Pedro andaba de capa caída, como
se dice en el campo cuando alguien está triste y no dice que le pasa. La fiscal
no aparecía por la oficina como solía hacer unos meses atrás, cualquier motivo
bastaba para que ella llegara con su sonrisa y se iluminara la cara de Pedro.
Se han peleado seguramente, pensó Carmona, parecen dos adolescentes celosos,
chiquilines, entre los dos no sé cuál es el más tonto.
Pero el trabajo no sabe de peleas
de enamorados y el Juez Batastini los convocó para resolver un caso que lo
tenía a mal traer.
Una niña de diez años, hija de un
comerciante amigo del juez, había desaparecido en Pilar. La pequeña solía
reunirse todas las tardes, con sus compañeros de colegio en la plaza frente al
municipio, el lunes pasado se despidió de los chicos y nada se supo de ella, a
su casa no llegó, ni los vecinos la vieron, fue como si se hubiera esfumado en
el aire.
Los detectives visitaron a los
padres, estaban desesperados.
-Es una chica tranquila -dijo
Jaime Ovelar, el papá- estudiosa, sus amistades son las chicas del colegio, siempre
van a la plaza después de clase, extrañamente el martes, no regresó a casa,
siempre lo hacía acompañada de Juan y Carina, los vecinos, ellos se quedaron un
rato más y ella no quiso esperarlos… se fue sola, así nos dijeron
La madre lloraba, era un murmullo
quedó, que apenaba a Garmendia.
-¿Algún enojo con sus compañeros
o con ustedes? ¿Le dijo algo que la preocupara?
- Nada -respondieron los dos al
unisonó.
-Titina nos cuenta todo -dijo
Sara, la mamá- suele ser observadora, hace unos días nos contó que al pasar por
la esquina del colegio; alguien la miraba, era un hombre que estaba parado en
la puerta del bar, ella iba con Juan y su hermana, luego el hombre los siguió, ellos
echaron a correr y el personaje desapareció.
-¿Les dijo cómo era? -preguntó
Pedro- ¿alguna seña particular?
-No, sólo dijo que era raro…
-¿Dónde viven Juan y Carina?
La respuesta fue interrumpida por
el timbre de calle. Era la fiscal Emma Flores. Entró muy seria, saludó a los
detectives y se acercó a los desconsolados padres. Pedro aprovecho la presencia
de Emma para tratar de escapar, parecía sentirse incomodo con su presencia.
-Vamos a visitar a los amigos,
para ver si conseguimos alguna información- dijo Garmendia a la madre de
Titina.
-Un momento -intervino la fiscal-
vamos a ir juntos, esperen...
La fiscal repitió las preguntas
que ya había hecho Garmendia, los padres dieron las mismas respuestas, luego,
los tres, salieron juntos rumbo a la casa de los amigos de la niña.
La casa de Juan y Carina era muy
elegante, la madre de los chicos lo hizo pasar, se la notaba preocupada.
-¿Ustedes piensan que es un
secuestro extorsivo?-preguntó mientras los hacía pasar. Ellos no respondieron. Los
llevó hasta el living y les pidió que tomaran asiento, Juan y Carina ya estaban
allí. Fue la fiscal la primera en hablar.
-¿Cómo están chicos?
Se los notaba atemorizados.
-Cuenten sobre el día que el
hombre los siguió…
Fue Juan el que tomó la
iniciativa:
-El tipo estaba en la puerta del
bar, nos miraba fijo, en especial a Titina, pero noté en su cara algo raro,
como si estuviera emocionado, sus ojos brillaban, no me dio miedo, pero Titina
se asustó – miró a su hermana- ¿notaste lo mismo que yo?
-No vi si estaba emocionado…
-respondió Carina- me asusté igual que Titina, lo que recuerdo es que tenía
ropa vieja, no sucia, era vieja, nos siguió.
-Por lo visto lo observaron muy
bien -exclamó Suarez- ¿qué más recuerdan? ¿Los siguió y ustedes qué hicieron?
-Corrimos una cuadra y cuando
miramos atrás, ya no estaba.
-Ya dijeron todo lo que recuerdan
– interrumpió la mamá- será mejor que los dejen tranquilos.
-Señora no queremos molestar,
pero son los únicos que nos pueden dar algún dato – dijo Garmendia y preguntó-
¿les pareció joven o mayor?
-No sé- dijo Juan- tal vez
cuarenta años, tal vez menos, se lo veía descuidado, sufrido…
La fiscal y los detectives se
miraron, agradecieron a los chicos y se retiraron, fueron caminando hasta el
bar donde supuestamente había estado ese hombre.
Tomaron asiento cerca de un
ventanal, Garmendia se acercó al mostrador, pidió tres cafés y charló con el
encargado. Al volver les dijo:
-El mozo lo recuerda, vino varios
días, se sentaba en aquella mesa desde donde se ve la plaza y miraba a los
chicos jugar, pero no sabe quién era, ni su nombre, confirmó lo que dijo Juan,
su cara era de una persona sufrida, y estaba mal entrazado, tal cual dijo
Carina, los chicos fueron buenos observadores.
Un dibujante de la policía fue al
bar y con los datos del mozo, realizo un identikit del hombre misterioso.
Luego Garmendia fue a ver a Juan
y Carina, la madre lo miró con fastidio, los chicos contemplaron el identikit y
confirmaron el parecido, Carina dijo que el pelo era más largo.
Fueron directamente a la casa de
Titina, los padres seguían en la misma desesperación. Garmendia les dijo lo
sucedido con los chicos y con el mozo del bar. Les mostraron la imagen. La
observaron y el primero en hablar fue Jaime:
-Me resulta conocido, pero no sé
de dónde…
Sara contemplo el identikit y
Carmona que estaba frente a ella pudo observar un estremecimiento, desvió los
ojos y dijo:
-No lo conozco.
-Está segura señora Sara
-preguntó Carmona mirándola fijo a los ojos.
Ella de mal modo respondió:
-Si digo que no lo conozco es
porque no lo vi nunca en mi vida.
Los detectives se retiraron.
Durante el viaje de regreso Carmona comentó como la mujer se estremeció al ver
el identikit, la reacción a su pregunta y su parecer sobre ella.
-Vamos a investigar a los padres
-dijo Garmendia.
Comenzaron por los compañeros de
trabajo de Jaime, él era gerente del banco zonal, desde que había llegado a
Pilar. Todos lo apreciaban, decían que era buen compañero. Al consultar a los
vecinos, declararon que el papá era amable, sobre la mamá, la respuesta fue más
ambigua, pocos la conocían, era una mujer retraída, poco conversadora y no gustaba
de socializar con el entorno, generalmente vivía encerrada.
Investigaron que su última
residencia había sido en CABA, alquilaban un departamento en el barrio de
Almagro, los vecinos del edificio no supieron dar detalles, no los recordaban,
solo una anciana les dio datos que arrojaron algo de luz al tema de la
desaparición de la niña. Según la mujer, Sara no podía tener hijos, hasta que
un problema de salud de su empleada doméstica, sufría de un cáncer terminal,
les cambio la vida. La empleada, les entregó en adopción a su pequeña de dos
años y les dijo que el padre estaba preso por robo.
Para evitar comentarios en el
barrio, se mudaron de la noche a la mañana sin dejar dirección.
La fiscal Suarez visitó a los
padres, a solas con ella, se sentirían más cómodos para confiar su secreto.
Suarez les dijo como iba la investigación y hasta qué punto habían llegado,
ellos no negaron nada, confirmaron todo lo que Garmendia y Carmona investigaron.
-Ahora dígame la verdad -dijo la
fiscal mirando a Sara- ¿usted reconoció al hombre del identikit?
Jaime miraba a una y otra sin
entender. Sara estaba muda.
La fiscal suavizo su voz al
decir:
-Señora es importante que sea
sincera, es su hija la que estamos buscando, no ponga trabas y diga la verdad.
La cara de Sara era de piedra, se
negaba a hablar, Emma perdió la paciencia y exclamó:
-Sara entienda que Titina puede
estar en peligro, para usted qué es más importante, ¿la vida de su hija o el
qué dirán?
-Es su padre biológico. – dijo
con rabia y mirando a la fiscal a los ojos.
-¡¡Qué…!! – la voz de Jaime fue
un grito- ¿No me dijiste que había muerto en la cárcel?
-Era mentira, por eso quise irme
del edificio de Almagro, la madre murió, sabía que al quedar en libertad iba a
reclamar a su hija -no lloraba, se la notaba amargada, miró a los presentes uno
a uno -¡Es mi hija, ese ladrón no me la va a quitar!
La fiscal comenzó a dar vueltas
por la habitación, al fin se detuvo y se sentó frente a los padres.
-¿Sara cómo se llama el padre de
Titina?
-Montero, Santiago Montero.
-¿Se comunico con usted en algún
momento?
-Si, cuando salió de la cárcel
hace dos años me llamó, no sé cómo consiguió mi número, tiré el celular y
compré uno barato con otra línea y creí que nos iba a dejar tranquilos.
- ¿Por qué no me dijiste la
verdad? ¡Es el padre! - Jaime estaba indignado.
-Titina es mi hija, no me la va a
quitar -Sara estaba fuera de sí.
Emma intento tranquilizar a los
dos, les hablaba suavemente, pero Sara no entraba en razón.
-Buscaremos los datos de Montero
y seguro encontraremos a Titina – les dijo Emma.
La fiscal se reunió con Garmendia
y Carmona, la frialdad que hubo entre los dos, al principio del caso, parecía
haberse quebrado. Carmona sonreía por dentro al ver que la fiscal y el
detective hablaban mirándose a los ojos.
Fue fácil dar con Santiago Montero.
Encontraron a la niña, en buen estado, el padre le había contado la verdad,
pero ella no entendía nada, lloraba clamando por sus padres.
Regresó con ellos, entre
sollozos, preguntó si verdaderamente ese hombre era su papá, le dijeron la
verdad, la muerte de su mamá biológica y la vida equivocada de su padre.
El juez se compadeció de Montero,
no volvería a la cárcel por el rapto de Titina, pero debía demostrar
arrepentimiento, y presentarse mensualmente ante él, conseguir trabajo y si
cumplía con los requisitos le permitiría visitas a su hija.
Estaba en sus manos cambiar su
vida.
Carmona satisfecho con el final
de la historia, se dedicó a observar a Garmendia y a Emma, el enojo había
pasado, Emma lo llamaba al celular, pero no salían juntos como antes.
-Ya se están acercando -pensó
Carmona- en una semana volverán a dormir juntos.
Y colorín colorado, está historia
ha terminado.
Q tal amiga hermosa? me encanta como lograste combinar el misterio con las emociones de los personajes. Se siente la tension en cada dialogo y la incertidumbre que viven todos ahi. Lo complicado que puede ser un caso asi, lleno de secretos. Pero tambien hay esperanza y humanidad; lo que lo hace un muy buen capitulo, atrapante.
ResponderEliminarSaludos y feliz noche.
Hola Hadita, me alegra que te haya gustado. Tus comentarios son un aliciente Gracias.
Eliminarmariarosa